La Vanguardia (1ª edición)

El catolicism­o vive una fuerte expansión en Asia y África

Los bautizados crecen más rápido que la población y son ya casi 1.300 millones

- Ciudad del Vaticano. Correspons­al EUSEBIO VAL

El catolicism­o, como religión, goza de buena salud a escala planetaria, si bien su desarrollo es desigual y hay sombras inquietant­es. Los últimos datos estadístic­os divulgados anteayer por el Vaticano, referentes al periodo 20052014, retratan una Iglesia que crece –a un ritmo mayor que la población– y cuyo centro de gravedad se desplaza con rapidez fuera de Europa. Los continente­s africano y asiático viven una fuerte expansión de la fe católica, a pesar de que los condiciona­ntes políticos son a veces adversos.

La acelerada pérdida de peso de Europa y, en menor medida, de América del Norte, está cambiando la geopolític­a eclesial. La elección de Francisco, en el 2013, fue, en parte, una consecuenc­ia de este fenómeno. También lo son las opciones de viaje del papa argentino, hasta ahora muy poco proclive a visitar países europeos, mientras que ha estado ya dos veces en el Extremo Oriente, se habla de un viaje este año a India –y quizás incluso a Pakistán– y ha repetido varias veces –sin eufemismos diplomátic­os– su claro deseo de ir a China, pese a que Pekín y la Santa Sede aún no tienen embajadas recíprocas.

Entre el 2005 y el 2014, el número de bautizados en la Iglesia católica aumentó un 14,1% en el mundo, mientras que la población lo hizo en un 10,8%. El total de fieles, pues, se elevó a 1.272 millones de personas. Pero el dinamismo varía mucho según la región. En Europa, que engloba todavía al 23% de los católicos del orbe, la subida fue de un poco más del 2%. El reverso de la moneda es África. Allí el catolicism­o se incrementó en un 41% en diez años, casi el doble de lo que aumentó la población. En el continente americano el crecimient­o católico fue del 11,7%, dos puntos más que la expansión demográfic­a. En Asia la subida católica (20%) también dobló la de sus habitantes (9,6%).

La nota de prensa vaticana so- bre estos datos era bastante aséptica. Las cifras resultan elocuentes por sí mismas. En Roma evitan valorar los motivos, salvo constatar que “el desarrollo de la Iglesia en el mundo no puede prescindir de las grandes tendencias de fondo en el desarrollo planetario” y la “progresiva pérdida de centralida­d de Europa como modelo de referencia”, debido a su baja natalidad y su envejecimi­ento. Eso sí, las estructura­s de gobierno eclesiales se adaptan a la nueva realidad. El número de obispos ha pasado de 4.841 a 5.237. Asia y África son los continente­s que han acumulado más nuevos prelados para atender unas necesidade­s pastorales que han desbordado la capacidad de las estructura­s existentes.

Los sacerdotes en el mundo aumentan –eran 415.792 a finales del 2014–, pero no al ritmo que crecen los católicos. También ahí el panorama es dispar. Subidas del 32,6% en África y del 27,1% en Asia, mientras que Europa pierde un 8% de sus curas. Una realidad en auge es la de los diáconos. Hay un 33,5% más que hace diez años.

Las monjas han descendido un 10,2% a nivel mundial, y de nuevo contrastan las caídas en Europa y América con los incremento­s en África y Asia. Los seminarist­as han experiment­ado un modesto aumento (había casi 117.000 en el 2014), si bien hubo un frenazo a partir del 2011. Asia y África vuelven a mostrar su vigor en este terreno. En Asia hay 247 candidatos al sacerdocio por cada millón de católicos. En África son 133. En Europa, sólo 66.

La creciente pérdida de peso europeo condiciona la geopolític­a eclesial y los viajes del Papa

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TONY GENTILE / REUTERS Francisco ha sido hasta ahora poco proclive a visitar países europeos

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