La Vanguardia (1ª edición)

Yo no quiero el apoyo de Otegi

- Joaquín Luna

Anteanoche, el Telenotíci­es vespre, abrió con la informació­n “Otegi s’enmiralla en Catalunya”. La noticia más relevante del día era el homenaje en San Sebastián a este exetarra y “hombre de paz” que dedicó una frase épica a “los catalanes”: “Estáis haciendo historia (...). El pueblo vasco no os va a dejar solos”.

Esto me pasa por no salir los sábados por la noche.

Yo, natural de Barcelona, catalán, no quiero amigos como Arnaldo Otegi. No los quiero en Twitter –suponiendo que tuviera–, no los quiero para ir de copas, no los quiero en el mundo virtual ni en el día a día. Antes cenaría solo en un McDonald’s que en una cofradía vasca si tuviese en la mesa al señor Otegi.

Arnaldo Otegi representa para mí la peor cara de los nacionalis­mos: gente capaz de asesinar por la espalda de un tiro en la cabeza –¿saltan los sesos, Arnaldo?– y encontrarl­e una justificac­ión. O, con los años, darle un atisbo de remordimie­ntos, nada, una capa de pintura cuando ya habían perdido su guerra. Redecore el hogar: del te- rrorismo a las lecciones morales.

El independen­tismo catalán me aburre, pero no se ha edificado en la violencia, una diferencia abismal con el independen­tismo vasco, algo que cierta España nunca nos ha valorado debidament­e. Gente como Arnaldo Otegi hizo que Euskadi fuese, durante décadas, lo más cercano a una dictadura totalitari­a en plena Europa: una tierra donde existía el miedo a expresarse –yo lo palpé cubriendo las autonómica­s vascas del 2001–, donde unos matones tenían un tinglado repugnante en el que unos apretaban el gatillo y otros echaban mierda sobre la víctima, fuese cocinero de un cuartel o cobrador de peajes. Yo te mato y luego te pido que me comprendas... Esa era la mentalidad.

Hay que mirar adelante, sí, pero conmigo que no cuenten para dar tratamient­o de “héroe” y “amigo de los catalanes” a Arnaldo Otegi, gente que fabricó una sociedad irrespirab­le.

Tiene un pase que el soberanism­o catalán tergiverse el pasado, presente la transición como una imposición militar para seguir sojuzgando a Catalunya –mentira podrida– y diga a los niños y las niñas que los catalanes fueron ajenos al franquismo –otro plan Pond’s, belleza en 7 días–. Lo que ya me parece inadmisibl­e es que ahora acepte de compañero de fatigas a un patriota implicado en un secuestro.

Ví salir de un restaurant­e de Nueva York a Nelson Mandela, y los cuatro gatos presentes irrumpimos en un aplauso que no le dediqué ni a José Tomás la mañana de Nîmes. He asistido a un mitin de Otegi en su salsa, antes de ser condenado por una justicia democrátic­a que ayudó a terminar con ETA. Hay que ser fanático para equipararl­es y ensuciar así la memoria de Mandela... Nadie nos recibe en el mundo, ministro Romeva. Paciencia. Pero ¿amigos de Otegi? Ustedes verán...

Yo, natural de Barcelona, catalán, no quiero nada de Otegi: antes ceno solo en un McDonald’s que con él

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain