La Vanguardia (1ª edición)

El Reino Unido, ¿dentro o fuera?

- Traducción: José María Puig de la Bellacasa Walter Laqueur W. LAQUEUR, miembro del Consejo de Estudios Internacio­nales y Estratégic­os de Washington

Otros tres meses para saber si el Reino Unido debería abandonar o no la Unión Europea, cuestión que eclipsa a todas las demás. En el propio Reino Unido y entre las cuestiones principale­s de la agenda del resto de Europa. Y existe el riesgo de que esto no cambie pronto, por ejemplo si ningún bando se alza con una victoria decisiva. Con una mayoría tan escasa no puede adoptarse una decisión tan vital. Entre tanto, ¿qué hacer? ¿Otra votación dentro de un año o dos? No obstante, el país se halla profundame­nte dividido.

Pero Europa se halla también dividida sobre si es bueno o malo que el Reino Unido se quede en la Unión. Los británicos nunca fueron buenos europeos. Siempre dijeron, empezando por Margaret Thatcher, que tenían que dar demasiado a Bruselas y obtenían demasiado poco en contrapart­ida. La cuestión de si el Reino Unido pertenece a Europa siempre se la han hecho muchos británicos desde que Winston Churchill la planteó en un famoso discurso en 1945. A los británicos nunca les han gustado las normas impuestas por Bruselas y muchos consideran que les iría mejor fuera de la UE. Ya hubo serias advertenci­as en el Reino Unido en 1999 cuando se planteó la cuestión de abrazar el euro y los británicos se negaron. Hubo pronóstico­s terribles: el Reino Unido padecería enormement­e, habría millones de parados, dejaría de haber inversión extranjera y así sucesivame­nte.

Sin embargo, no sucedió nada de ello. La situación económica del Reino Unido no ha sido magnífica, pero tampoco ha sido peor que la de otros países europeos. ¿Por qué habría de ser distinto esta vez? ¿Por qué suponer lo peor; por ejemplo, que tres millones de puestos de trabajo se perderán con el Reino Unido fuera de la UE? Hay razón para preocupars­e porque la situación ya no es la misma. La estructura de la economía británica ha cambiado mucho. El Reino Unido era, en su día, un avanzado país industrial, construía barcos y coches, tenía una industria eléctrica e incluso fabricaba aviones. Ya no es así. En la actualidad el Reino Unido se basa en los servicios; bolsa, asegurador­as e inversores. Lo que significa que el Reino Unido, excepto Londres, se ha convertido en un país atrasado. Y las institucio­nes de servicios podrían trasladars­e fácilmente a Frankfurt, a Singapur o a Shanghai donde se halla hoy buena parte del dinero.

La mayoría de estas nuevas “industrias”, pero no todas ellas, son contrarias a la sali- da de la UE. Y cuando se supo que incluso varios ministros del Gobierno están a favor, el valor de la libra empezó a bajar y actualment­e se halla tan bajo como en el 2008, en el momento de la crisis económica. Puede recuperars­e algo, pero no es una buena señal. Para las empresas es vital la estabilida­d, odian la incertidum­bre. Sí, aunque algunos economista­s se refirieron a la posibilida­d de que la libra bajara, eso es precisamen­te lo que recetó el doctor porque los productos ingleses eran demasiado caros últimament­e y una bajada del valor de la libra mejoraría las perspectiv­as de las exportacio­nes británicas. Pero también implicaría que amplios sectores de la población ganarían menos, que los muy ricos serían aún más ricos y que los superricos rusos que invertían sus miles de millones en Londres invertiría­n en otra parte si el ambiente económico era menos favorable en Londres. Y esto en un momento en que la polarizaci­ón entre ricos y pobres es más acentuada en muchos países desarrolla­dos. Lo cual, a su vez, es desagradab­le e incluso peligroso; ha propiciado, en muchos países, la expansión de partidos populistas que prometían todo a todo el mundo.

Las consecuenc­ias del voto sobre la salida del Reino Unido de la UE son inciertas en este momento. Pueden llevar a un mayor grado de anarquía en Europa que el actualment­e predominan­te. Pueden provocar un importante movimiento centrífugo susceptibl­e de afectar, por ejemplo, a Francia. Marine Le Pen ha expresado su esperanza en que, si el Reino Unido sale de la UE, por qué Francia no podría hacer lo mismo. Los escoceses separatist­as suponen que la salida británica de la UE daría un mayor apoyo y respaldo a quienes luchan por una Escocia independie­nte. Pero también podría suceder que tras un breve periodo de creciente anarquía en Europa surja un periodo de aprendizaj­e, que tras aprender de errores del pasado se abra camino un nuevo intento de crear una Unión Europea. Habrá una creciente decepción si se restablece­n las fronteras; los europeos se han acostumbra­do a desplazars­e de un país a otro sin visado. Tal vez es inevitable en un momento en que hay tantos refugiados/inmigrante­s. Pero se seguirá lamentando.

Entre los motivos que han llevado a plantear el Brexit figuran no sólo las cuestiones económicas sino también las políticas, como la creencia en que un Reino Unido fuera de la UE contaría más que antes en el mundo (es una fantasía; un diplomátic­o lo ha calificado de una broma). La UE cuenta muy poco, pero los países individual­es cuentan aún menos. Los británicos alimentan todavía algunas ambiciones al respecto mientras que otros en Europa pueden haberlas perdido. Pero, como observó un eminente politólogo del siglo XX, optar por renunciar a participar en los asuntos internacio­nales no equivale a tener la garantía de una vida tranquila.

Salir de la UE implicaría que amplios sectores de población ganarían menos y que los muy ricos serían aún más ricos

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