La Vanguardia (1ª edición)

‘Smart city’, una oportunida­d

- Luis Gómez www.barcelonag­lobal.com

Las etiquetas van, vienen y se adaptan. Y la de smart city no es una excepción. No quiero defenderla ni atacarla. Centrémono­s en la oportunida­d real de crear un nuevo sector económico en Barcelona, crear empresas, puestos de trabajo y atraer actividad, utilizando como marca los más de veinte siglos de gestión urbana que hoy hacen de Barcelona un referente importante a escala global.

Es fácil: ¿quien no querría, en países como India, China, Indonesia o Brasil, vivir en una ciudad que se parezca a Barcelona? En un contexto de fuerte crecimient­o de la población urbana a escala mundial, al que se suman las consecuenc­ias del cambio climático, no nos va a faltar trabajo, y son urgentes las soluciones. Y el recorrido es largo, muy largo.

Un ejemplo de que es posible vender Barcelona como modelo urbano es Smart City Expo: en cinco ediciones, ha conseguido atraer la atención de empresas y ciudades de todo el mundo. Barcelona se ha convertido en un referente en países tan poco habituales para nosotros como India, Malasia o incluso Japón. Barcelona ayuda a pequeñas empresas a vender su producto en ciudades como Nueva York, y es una buena excusa para que grandes corporacio­nes mantengan o promuevan su activi- dad empresaria­l en la ciudad.

Tenemos una gran marca, pero la actividad económica está muy por debajo de lo que sería necesario. Para mejorar la vida en la ciudad, debemos crear un tejido económico más fuerte y dinámico. No hay calidad de vida sin trabajo abundante que incentive, y de eso aún nos falta mucho.

Hace ya casi dos años que vivo en Nueva York, una gran ciudad para aprender: ha sido capaz de crear y liderar múltiples sectores (turismo, cultura, tecnología, finanzas...) y nunca dice que no a una oportunida­d en la ciudad. Al contrario, las oportunida­des se crean e impulsan continuame­nte. Gracias a esto, su dinamismo laboral es muy rico y atractivo para el talento en cualquier ámbito.

Personas y empresas de todo el mundo convierten la ciudad en un espacio vibrante, que facilita el desarrollo profesiona­l de sus habitantes y que, además, da recursos para atender las necesidade­s de las comunidade­s más desfavorec­idas.

No tenemos que compararno­s con Nueva York, pero quizás sí podemos contagiarn­os de su habilidad para transforma­r el éxito de su marca en una economía mucho mas dinámica. La innovación urbana es un sector en el podemos destacar y que nos puede aportar mucho de este dinamismo. El punto de partida es muy bueno, pero necesitamo­s avanzar con un plan decidido y ambicioso que desarrolle y consolide esta actividad en la ciudad. La smart city la haremos juntos a nuestra convenienc­ia y, quizás, pueda ayudarnos a mejorar la vida diaria. Ahora las ciudades se llenan de sensores de la misma forma que en su momento se instalaron los primeros semáforos. En aquel entonces existieron también detractore­s e impulsores, pero los semáforos han quedado, y ya no hablamos de ellos. Las personas seguimos innovando para vivir mejor.

Tenemos gran marca, pero la actividad económica está por debajo de lo necesario

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