‘Smart city’, una oportunidad
Las etiquetas van, vienen y se adaptan. Y la de smart city no es una excepción. No quiero defenderla ni atacarla. Centrémonos en la oportunidad real de crear un nuevo sector económico en Barcelona, crear empresas, puestos de trabajo y atraer actividad, utilizando como marca los más de veinte siglos de gestión urbana que hoy hacen de Barcelona un referente importante a escala global.
Es fácil: ¿quien no querría, en países como India, China, Indonesia o Brasil, vivir en una ciudad que se parezca a Barcelona? En un contexto de fuerte crecimiento de la población urbana a escala mundial, al que se suman las consecuencias del cambio climático, no nos va a faltar trabajo, y son urgentes las soluciones. Y el recorrido es largo, muy largo.
Un ejemplo de que es posible vender Barcelona como modelo urbano es Smart City Expo: en cinco ediciones, ha conseguido atraer la atención de empresas y ciudades de todo el mundo. Barcelona se ha convertido en un referente en países tan poco habituales para nosotros como India, Malasia o incluso Japón. Barcelona ayuda a pequeñas empresas a vender su producto en ciudades como Nueva York, y es una buena excusa para que grandes corporaciones mantengan o promuevan su activi- dad empresarial en la ciudad.
Tenemos una gran marca, pero la actividad económica está muy por debajo de lo que sería necesario. Para mejorar la vida en la ciudad, debemos crear un tejido económico más fuerte y dinámico. No hay calidad de vida sin trabajo abundante que incentive, y de eso aún nos falta mucho.
Hace ya casi dos años que vivo en Nueva York, una gran ciudad para aprender: ha sido capaz de crear y liderar múltiples sectores (turismo, cultura, tecnología, finanzas...) y nunca dice que no a una oportunidad en la ciudad. Al contrario, las oportunidades se crean e impulsan continuamente. Gracias a esto, su dinamismo laboral es muy rico y atractivo para el talento en cualquier ámbito.
Personas y empresas de todo el mundo convierten la ciudad en un espacio vibrante, que facilita el desarrollo profesional de sus habitantes y que, además, da recursos para atender las necesidades de las comunidades más desfavorecidas.
No tenemos que compararnos con Nueva York, pero quizás sí podemos contagiarnos de su habilidad para transformar el éxito de su marca en una economía mucho mas dinámica. La innovación urbana es un sector en el podemos destacar y que nos puede aportar mucho de este dinamismo. El punto de partida es muy bueno, pero necesitamos avanzar con un plan decidido y ambicioso que desarrolle y consolide esta actividad en la ciudad. La smart city la haremos juntos a nuestra conveniencia y, quizás, pueda ayudarnos a mejorar la vida diaria. Ahora las ciudades se llenan de sensores de la misma forma que en su momento se instalaron los primeros semáforos. En aquel entonces existieron también detractores e impulsores, pero los semáforos han quedado, y ya no hablamos de ellos. Las personas seguimos innovando para vivir mejor.
Tenemos gran marca, pero la actividad económica está por debajo de lo necesario