Un joven Wagner... ¿y por qué no?
Das Liebesverbot Intérpretes: Leigh Melrose, Sonja Gornik, Peter Bronder, Mikheil Sheshaberidze, Martin Winkle, etcétera Directores: Francesc Prat (orquesta), Kasper Holten (escena) Lugar y fecha: Teatro Real. 4/III/2016
Quien se acerque a la segunda ópera de Richard Wagner con el espíritu de, por ejemplo, Götterdämmerung, puede salir decepcionado del teatro. Y es que los genios se han forjado a base de esfuerzo y de imitaciones de modelos precedentes. Y Das Liebesverbot (La prohibición de amar) es una obra (que no un pecado) de juventud de un Wagner que con 23 años escribía su segunda ópera y la primera que estrenaba. Fue un fracaso y hoy es una auténtica rareza (en Peralada se presentó una versión reducida hace un par de años).
La ópera tiene varias virtudes, no tan sólo por ser una adaptación de Measure for measure de Shakespeare, sino por su música festiva, luminosa, a veces de estilo italiano y otras weberiano. Sea como sea, es una obra a la que tiene que dársele alguna oportunidad. Y si la propuesta viene de la mano de Kasper Holten, la fiesta está asegurada.
El director danés, que actualmente rige los destinos del Covent Garden, ha estrenado en coproducción con el teatro londinense el espectáculo en el Real de Madrid, con doble reparto y, en el caso de la función que vimos, dirigida por Francesc Prat, que suplía al indispuesto Ivor Bolton. Tanto las de Holten como la de Bolton/Prat son lecturas frescas, que han ido al grano –se ha acortado mucho la partitura– para centrarse en el sentido carnavalesco, excesivo y marcadamente sexual de la obra, con un espléndido trabajo de dirección actoral que caricaturiza las acciones de la comedia, y con resultados brillantes.
Musicalmente, el nivel ha sido homogéneo, pero con artistas que han brillado con luz propia, como la soprano Sonja Gornik en la piel de una Isabella de emisión potente y voz fresca. Excelente el Friedrich de Leigh Melrose, barítono de timbre lírico y muy metido en el papel de falso beato. Comicidad asegurada al servicio de Brighella (Martin Winkler) y de Luzio (Peter Bronder) y, quizás a más distancia, el Claudio irregular del tenor Mikheil Sheshaberidze. Presencia destacada también de cantantes muy nuestros como David Alegret, Francisco Vas y María Hinojosa. Un verdadero acierto.