Con permiso de Neymar

Gran partido del Barça. Otro más. Ganar en Eibar exigía practicidad, adaptación al medio (lluvia), concentración colectiva y estampa de equipo campeón en un estadio modesto, y todo se vio en Ipurua. Las gotas (litros, cataratas) de calidad de un Messi cada vez más sobrado (ahora decido dar el gol, ahora marcarlo) fueron el colmo para un Eibar voluntarioso y digno. Está el grupo de Luis Enrique tan fino que parece cada vez más lejos de que algún equipo le finiquite la fenomenal racha de partidos sin perder, cuando por lógica y desgaste debería dar la sensación de todo lo contrario.

A todo esto, Neymar, en bañador desde Brasil, en un apartamento o dentro de un yate según las fuentes, enviaba imágenes al mundo de cómo de contento estaba por este nuevo triunfo. Va todo tan bien en la nave blaugrana, que se hacen grandes esfuerzos para norma-

El brasileño vio la exhibición del Barça desde su país gracias a un viaje poco serio

lizar un permiso que no lo es en absoluto. Pasar cinco días en otro continente con lo que eso implica (cambio de horario y clima) en pleno mes de marzo, cuando cualquier detalle cuenta para mantener el tono físico, es incomprensible. Tan poco serio es pedirse unas minivacaciones en estos momentos como concederlas, más aún aceptando como pretexto, inconsistente y ya gastado el año pasado, el cumpleaños de la hermana cruzado hábilmente con la sanción de un partido.

Se alaba con generosidad cómplice la tolerancia de Luis Enrique, heroica porque en su época de capitán habría utilizado probablemente su derecho a veto, pero el creciente espacio de poder que van ganando las estrellas debería provocar cierta reflexión, en especial en el caso de Neymar, que cuenta con cobertura aérea hasta cuando no hace falta (comunicado innecesario del club defendiendo al padre cuando se puso agresivo), pero cuyo papá no perdonará ni un euro en la próxima renovación. Ni siquiera por los días no trabajados.