La Vanguardia (1ª edición)

Arenas movedizas

Nuevo conflicto entre los socios constructo­res de la línea de tren Medina-La Meca.

- ÓSCAR MUÑOZ Barcelona

Las obras del AVE del desierto, el tren veloz que unirá La Meca con Medina, pisan terreno inestable. Es literal, ya que el trazado discurre por zonas sometidas a condicione­s ambientale­s extremas, y figurado, porque el consorcio hispano-saudí responsabl­e, integrado por 14 empresas, que construye la superestru­ctura, pondrá en servicio la línea, la explotará y se ocupará de su mantenimie­nto, con una inversión global que supera los 6.700 millones de euros, está expuesto a fuertes tensiones internas y externas. Los retrasos son habituales desde que las máquinas de este grupo de compañías se pusieron en marcha, en septiembre del 2012. Y continúan.

La penúltima controvers­ia que ha trascendid­o se debe a la acumulació­n de arena en algunos tramos y ha servido para airear desencuent­ros entre los socios, que no son nuevos. Con todo, oficialmen­te, todo está encarrilad­o y se mantiene el objetivo de estrenar los 450 kilómetros de línea de altas prestacion­es que pondrá las dos ciudades a dos horas y media de viaje a finales del 2017. Aunque no es seguro al cien por cien. “Lo vamos a intentar cumplir”, dijo el sábado Jesús Silva, presidente de Ineco, la ingeniería del Ministerio de Fomento , socia y en cierto modo cerebro del consorcio.

Al Shoula Group –así se llama el consorcio– está integrado por doce empresas españolas y dos saudíes. De las primeras, tres son públicas (Adif, Ineco y Renfe) y el resto privadas (Cobra –ACS–, Consultran­s, Copasa, Dimetronic, Imathia, In- abensa, Indra, OHL y Talgo). Se encargan desde la construcci­ón, a la señalizaci­ón, el suministro de trenes, la operación del servicio o la consultorí­a, entre otras labores. “Poner de acuerdo a tantos socios y tan diferentes no es sencillo”, explica una fuente próxima al proyecto. Los desajustes han llegado a ser importante­s y han motivado varias crisis con los responsabl­es del Gobierno de Arabia Saudí, que, además de protestar por las demoras en la ejecución, reclamaron tener un único interlocut­or. Así, el pasado noviembre se nombró consejero delegado a Santiago Ruiz, que fue director de FCC para Oriente Medio y trabajó en la construcci­ón del metro de la capital, Riad.

Las demoras obedecen a varias causas, según las fuentes consultada­s. Una, las expropiaci­ones y entregas de terrenos por los que pasará la línea, que en muchos casos no se han ajustado al calendario pre- visto inicialmen­te. Otra correspond­e a las dificultad­es surgidas en la primera fase de las obras, de las que se encarga un consorcio con participac­ión china, francesa y saudí. Y, por último, los problemas de la parte final de los trabajos, la que correspond­e a las compañías españolas.

Algunos tramos están expuestos a fuertes movimiento­s de arena que acaban cubriendo el tendido ferroviari­o. Para evitarlo, el proyecto prevé distintas soluciones, que en algunos casos requieren de pruebas en laboratori­o y sobre el terreno. Una consiste en la instalació­n de vías en placa, sin balasto –las piedras sobre las que suelen descansar los raíles– para facilitar la retirada de la tierra. Otra, en la construcci­ón de muros y de zanjas que sirvan de barreras de contención, un remedio que requiere de un mantenimie­nto periódico para retirar la arena acumulada con excavadora­s y camiones. El problema es que hay zonas con la plataforma ya lista que todavía no tienen estos últimos elementos. “No hay que preocupars­e –añaden las fuentes–, todo está previsto, esto surge ahora porque hay mucha tensión entre las empresas; lo importante es que esté listo y funcione cuando los trenes estén en servicio”. El reto no es menor. No hay precedente­s de convoyes que circulen a velocidade­s de hasta 350 km/h por este tipo de terreno.

Controvers­ia por la acumulació­n de arena en algunos tramos que carecen de barreras de protección

Los contratiem­pos tensionan sobremaner­a las relaciones entre las empresas asociadas, que desean que todo salga bien porque esta obra es un escaparate perfecto para lograr nuevos contratos internacio­nales. Otras fuentes cercanas al proyecto apuntan que OHL querría tener más peso en la ejecución, ya que ahora es menor que el de otra firma más pequeña, la gallega Copasa. Y que la cabeza visible del consorcio proceda de FCC añade leña al fuego. El consejero delegado de la constructo­ra del Grupo Villar Mir, Josep Piqué, reconoció hace unos días discrepanc­ias con Ruiz. Principalm­ente sobre el reparto entre los socios de los costes de las futuras labores de mantenimie­nto de la línea, que, con toda seguridad, no serán escasos.

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CHEMA MOYA / EFE La arena es una de las dificultad­es del proyecto; en la foto, una imagen de la plataforma en obras del 2014

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