La Vanguardia (1ª edición)

La esperanza blanca

Defenestra­do de la Liga, el Madrid se aferra a la Champions para salvar el año.

- CARLOS NOVO Madrid

El Madrid de Zidane disputa esta noche el primero de los matchball que le quedan hasta el final de la temporada. Liquidadas las ilusiones en la Liga, la Champions vuelve a ser más que nunca la tabla de salvación para un proyecto que nació el 5 de enero y no acaba de consolidar­se, lastrado por las malas actuacione­s fuera de casa y la derrota en el derbi. Tantas dudas ofrece este equipo que ni siquiera el 0-2 de la ida parece haber despejado del todo el camino hacia los cuartos. En el Madrid nadie se fía.

El Roma llegó convencido de sus posibilida­des. Por raro que parezca, el equipo de Luciano Spalletti parece contar con el factor psicológic­o a favor. Primero, porque no tiene nada que perder. Segundo, viene lanzado en la se- rie A, donde enlaza ya siete victorias. Su único mal resultado en estos dos últimos meses ha sido precisamen­te su derrota en la ida, para los italianos más producto de la mala fortuna y la pegada del Madrid que de los méritos de unos y otros.

Para alimentar el optimismo del Roma no hay más que acudir a la estadístic­a. De cuatro veces que ha jugado en el Bernabeu, sólo ha perdido en una ocasión. Los otros tres partidos se saldaron con un empate y dos victorias. Pero hay más: en el único enfrentami­ento directo el Roma ya eliminó al Madrid de Bernd Schuster en los octavos de la Champions del 2008 con dos victorias por idéntico resultado: 2-1. Y lo último, lo sucedido la temporada pasada en esta ronda no puede dar mucha confianza a los blancos. El Madrid también ganó 0-2 en la ida en el campo del Schalke alemán, pero en la vuelta perdió en el Bernabeu 3-4, pidiendo la hora en unos últimos cinco minutos de auténtico infarto.

Un dato refleja el desasosieg­o del madridismo. El Bernabeu estará lejos del lleno, algo poco habitual a estas alturas de la competició­n. Zidane hizo ayer un llamamient­o a la hinchada, que el sábado pitó a los suyos y en particular a Cristiano en una primera parte desacertad­a ante el Celta: “Es un público muy exigente. Nos pitan porque nos quieren mucho”, dijo el francés.

Zidane tiene hoy por primera vez el problema por el que suspiran todos los entrenador­es. Salvo Benzema, toda la plantilla está a su disposició­n. Le toca hacer de técnico. Su primera decisión no pareció precisamen­te muy arriesgada. Mandó a la Youth League a Borja Mayoral, el chaval de 18 años que suplió a Benzema en los dos últimos partidos y en medio tiempo del derbi y que tantos elogios había concitado. Alguno hablaba de Mayoral como de un nuevo Raúl. De momento, el canterano de Parla estará en el once juvenil de Solari que a las cuatro de la tarde recibe al Benfica en Valdebebas.

Despejada la duda de la delantera, segura la incorporac­ión de Modric y Kroos en el centro del campo, ausentes ante el Celta, a Zidane le toca decidir quién les acompaña. Todo indica que serán Isco y James, los sospechoso­s habituales de la grada en los últimos partidos. De ser así sería una medida del agrado de Florentino Pérez, pero sería a costa de perder equilibrio porque con ello mandaría al banquillo a Casemiro, el mejor medio centro de corte defensivo, y Lucas Vázquez, el jugador que más ha corrido y que mejores sensacione­s ha dado.

Fiel a su costumbre, Zidane no quiso dar pistas sobre la alineación, pero soltó un significat­ivo: “Queremos tener mucha pegada”. El francés sólo se mojó por Cristiano: “No entiendo que la gente le pite y que algunos lo quieran vender en verano. Yo no, porque soy el entrenador y le quiero”, dijo entre risas.

También habló Pepe, un jugador que no se distingue por su facilidad de palabra. Sin embargo, ayer estuvo sembrado y lanzó una buena crítica a Rafa Benítez: “Con Zidane no nos desgastamo­s en cosas que no son parte del fútbol, porque él ha sido jugador y sabe lo que el jugador piensa y quiere en el campo”.

Como era de esperar Spalletti mantuvo un discurso ilusionant­e en su rueda de prensa en el Bernabeu: “Nuestro plan pasa por marcar un gol pronto y hacer que ellos pierdan equilibrio y la ventaja psicológic­a. Tenemos que tener valor de proponer nuestras ideas, controlar los momentos en que podamos ser agresivos y en los que podamos reservarno­s. Lo que le pido a mi equipo es lo imposible”.

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ANDREA COMAS / REUTERS Zinédine Zidane dirigiendo el entrenamie­nto del Madrid, ayer en la ciudad deportiva de Valdebebas

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