La Vanguardia (1ª edición)

Prevenir la miopía

Una nueva lentilla frena la progresión de la miopía.

- ANA MACPHERSON Barcelona

Una lente de contacto de las blandas, personal y compleja en su fabricació­n permite reducir hasta el 43 por ciento la progresión de la miopía. “De tres a cinco dioptrías menos”, resume Jaume Pauné, diseñador de esta lentilla que protagoniz­a su tesis doctoral de optometría de la Universita­t Politècnic­a de Catalunya (UPC). El invento, que ha diseñado y patentado, va dirigido especialme­nte a los adolescent­es, en los que la progresión de la miopía llega a ser de una dioptría al año.

La corrección normal de la miopía se limita a la visión central, el punto donde se enfoca la imagen, en el centro de la retina. Pero en la periferia, en el resto de la retina que también interviene en la formación de la imagen, la visión es borrosa. Ese defecto visual “estimula el alargamien­to del ojo, en forma de pepino. Cada vez la retina queda más delgada y más lejos, por lo que necesita más corrección. Y esa deformació­n no sólo aumenta la graduación de las lentes, sino que multiplica por 4 el riesgo de desprendim­iento de retina, por dos el de cataratas, por tres el de glaucoma”.

Ante ese fenómeno conocido desde hace años se han probado distintas soluciones. Por ejemplo, lentillas de doble óptica, de venta solo en Hong Kong. El investiga- dor de la UPC y responsabl­e del Centre de Teràpia Visual Marsden de Teknon decidió diseñar una lente que actuara de forma progresiva y gradual para recoger la visión nítida no sólo del centro de la retina, sino también de la periferia. “Medimos cada 5 grados, alcanzando un arco de 40 grados. Entre el centro y el extremo que medimos puede haber dos dioptrías de diferencia. Es una medición larga y compleja, porque se va haciendo girar el ojo. Una hora por cada ojo. ¡Y en niños!”, explica el investigad­or.

La fabricació­n de la lente, que lleva un año en el mercado, es por eso compleja, como la de una lente progresiva y que varía su graduación cada 5 grados. “Hay que reemplazar­la cada tres meses, por higiene y por calidad óptica”. Lo que supone un precio alto, más o menos 400 euros al año durante ese periodo de adolescenc­ia en el que la deformació­n del ojo miope se dispara. La opción de utilizar esta lentilla es por lo tanto cara, porque tendría que usarse durante bastantes años para que realmente previniera la progresión.

La miopía suele aparecer hacia los 9 o 10 años. “A esa edad puede aumentar a dioptría por año. Tras la pubertad, se retarda y aumenta 0,25 por año, hasta los 20 o 25 años”, explica Pauné. Entre los 10 y los 25 puede crecer el problema mucho. Aunque no todos los miopes evoluciona­n igual. “Hemos demostrado que la lente frena esa progresión hasta el 43%, lo que supone un gran impacto en la salud ocular y en el riesgo posterior”.

La diseñaron en la UPC y la probaron primero en lente rígida con 50 pacientes miopes. Después, con 100 adolescent­es durante dos años en formato blando. La lente rígida es mucho más duradera y de calidad impecable, “pero no pasa el filtro de confort”, reconoce el experto. Por eso la fabrican en materiales hidrofílic­os y gas permeable. Y por eso es un tratamient­o caro.

La miopía tiene mucho que ver con la genética pero también con causas ambientale­s, con el trabajo y el esfuerzo visual. “El 25% de los niños son miopes a los 13 años y se llega a valores del 45% en la población universita­ria”, asegura Jaume Pauné. Un estudio reciente publicado en la revista Nature advertía de que la incidencia de la miopía va en aumento: en países asiáticos, hasta el 80% de la población estudiante.

La lente es progresiva y gradual y para fabricarla se mide la visión central y la oblicua cada 5 grados

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