Un asalto del EI al este de Túnez deja 53 muertos
El comando se infiltró desde Libia y utilizó artillería pesada
El autodenominado Estado Islámico prosigue su intento de expansión territorial. La ciudad tunecina de Ben Gardan, a 33 kilómetros de la frontera con Libia, fue tomada ayer al asalto por un comando de una cuarentena de terroristas. Según el último recuento oficial de víctimas, han muerto 35 atacantes, 11 miembros de las fuerzas de seguridad y siete civiles, entre ellos un menor de 12 años. Ocho yihadistas fueron detenidos y un número indeterminado logró huir.
El objetivo del ataque era establecer “un emirato del EI”, declaró ayer el jefe del Gobierno, Habib Esid, quien se reunió por la mañana con los ministros de Defensa y del Interior para establecer el dispositivo de seguridad. “Los tunecinos están en guerra contra esta barbarie y estas ratas que vamos a exterminar”, dijo el presidente, Beyi Caid Esebsi, en una retransmisión televisada.
Ben Gardan estaba ayer tomada por las fuerzas de seguridad desde que terminó el enfrentamiento armado hacia las 16.00 horas. El ataque había comenzado a las 05.00, antes del alba, de forma sincronizada contra el cuartel de la Gen- darmería y el de la policía local. Era la acción más importante lanzada en Túnez desde que se inició la revolución hace cinco años. Para proteger a los ya escasos turistas que visitan el país se estableció un control especial en el acceso a la isla de Yerba.
El asalto, no obstante, era de esperar. La facción del EI Saiqa había amenazado directamente a Túnez en uno de sus vídeos publicado hace una semana. Además, querían venganza por el bombardeo lanzado por EE.UU. en Sabrata (Libia) el 19 de febrero y en el que mató, según los indicios, a Nurdin Shushan, líder del EI que había participado en los atentados perpetrados en el museo del Bardo, en la capital tunecina, y en Susa el año pasado.
Saiqa había anunciado que invadirían el país por el sur. El comando entró por Libia, aunque la mayoría de sus miembros eran autóctonos. Debieron de ser ellos quienes señalaron dónde vivían los agentes de las fuerzas de seguridad que fueron asesinados en su propia casa.
“Entre 2.000 y 3.000 tunecinos están recibiendo instrucción en campos de entrenamiento en Libia”, apunta Slahedin Yurshi, experto en movimientos salafistas tunecino, en declaraciones a La Vanguardia. Que la acción fuera llevada a cabo por un comando tan numeroso (entre 40 y 50 efectivos) utilizando armamento pesado y lanzagranadas indica, para Yurshi, el interés por “anexionar la ciudad al EI”.
La población, sin embargo, no estaba por la labor y colaboró cuanto pudo con las fuerzas de seguridad. Hasta un conocido contrabandista llamó a la policía para avisar de la posición de algunos asaltantes. Ben Gardan es un conocido enclave de contrabando de todo tipo de productos, incluidas las armas. Ayer se encontraron nuevos alijos en la ciudad.
Los 200 kilómetros de muro y foso que ha levantado Túnez para proteger la mitad de su frontera con Libia no han sido suficientes. Ni lo serán frente a la radicalización de sus yihadistas.
El objetivo era crear “un emirato del Estado Islámico”, afirma el jefe del Gobierno, Habib Esid