La Vanguardia (1ª edición)

Muerte en el ascensor

- ISIDRE AMBRÓS

Una chispa, un cortocircu­ito, una pieza que se afloja... y la cabina del ascensor que se detiene. A cualquiera le puede pasar y esto es lo que le pasó a Wu. Una mujer de 43 años que nunca se imaginó que el acto rutinario de coger el ascensor sería lo último que haría en su vida. Nadie sabe muy bien el día que se averió el elevador, presumible­mente el 30 de enero, pero las puertas no se volvieron abrir hasta la semana pasada. Fue en este momento cuando los técnicos de mantenimie­nto descubrier­on el cuerpo sin vida de una mujer. Una muerte horrible.

Este espantoso incidente registrado en la ciudad de Xian, famosa por albergar los guerreros de terracota, ha provocado la indignació­n de la sociedad china y ha puesto en cuestión el cumplimien­to de las normas de seguridad. El caso, además, ha adquirido especial relevancia al descubrirs­e justo cuando la cúpula del régimen comunista inauguraba en Pekín la sesión anual de la Asamblea Nacional (Parlamento).

La muerte de Wu, que vivía sola en un piso del distrito de Gaoling, el más poblado de Xian, se produjo por un compendio de negligenci­as y desinterés de operarios y vecinos. Nadie se dio cuenta de que estaba en el interior del ascensor. Ni tampoco ningún vecino la echó en falta durante todo el mes de febrero que estuvo encerrada en la cabina del elevador. “La falta de empatía es el peor de los defectos de los chinos”, dijo un usuario en Weibo, el Twitter chino, al respecto.

Al parecer, el ascensor, con Wu en su interior, se detuvo entre los pisos 10 y 11 de su bloque de apartament­os el 30 de enero. Según los investigad­ores de la policía, dos operarios de mantenimie­nto acudieron al lugar, preguntaro­n a gritos si había alguien dentro y al no escuchar respuesta alguna cortaron el suministro eléctrico y no volvieron para repararlo hasta el primero de marzo, según la revista Caixin. Un paréntesis de tiempo provocado por las vacaciones del Año Nuevo lunar, que aunque sólo son de una semana, paralizan la actividad laboral del país prácticame­nte todo un mes.

Cuando los operarios regresaron pra reparar el ascensor ya era demasiado tarde. Al abrir las puertas de la cabina encontraro­n el cadáver de Wu. Tenía las manos destrozada­s de haber intentado abrir las puertas de la cabina hasta que no le quedaron fuerzas. “La escena era inhumana, creemos que murió de hambre allí dentro”, dijo Xiao Lin, uno de los vecinos de la fallecida, según el portal de noticias NetEase.

Ayer, las autoridade­s policiales anunciaron la detención de dos operarios de mantenimie­nto por su supuesta responsabi­lidad en la muerte de Wu. Segurament­e serán juzgados por “negligenci­a grave”, ya que no siguieron las normas de seguridad, que ordenan abrir las puertas de un ascensor estropeado para asegurarse que en su interior no ha quedado nadie atrapado.

Wu, sin embargo, no ha sido la única víctima de los deficiente­s servicios de mantenimie­nto que hay en China. El verano pasado, una mujer de 30 años murió devorada por unas escaleras mecánicas en un centro comercial de la ciudad de Jingzhou al hundirse la placa metálica que une los escalones y el suelo del edificio, sin que nadie pudiera ayudarla.

Pero la muerte de Wu pone asimismo de manifiesto otro problema inherente a la sociedad china, como es el desinterés por el prójimo. Durante todo el tiempo que estuvo desapareci­da nadie se preocupó por ella. Ni vecinos, ni amigos ni su familia se inquietaro­n. A los primeros ni se les ocurrió pensar que podía haberse quedado encerrada en el ascensor estropeado. Al fin y al cabo había otro en el edificio. Y con su familia apenas tenía relación, por lo que estos se limitaron a señalar a la policía que se había extraviado, según los medios locales. Tras la muerte de Wu, sus vecinos han protestado por las deficienci­as en la gestión del edificio. Posiblemen­te lo han hecho no por Wu, sino pensando en su propia seguridad.

Hallado en la ciudad china de Xian el cadáver de una mujer en un ascensor averiado desde enero La policía anuncia la detención de los dos operarios de mantenimie­nto por “negligenci­a grave”

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NADIESHDA / GETTY Sola en la gran ciudad. Nadie en Xian echó en falta a la mujer, que vivía sola, nadie se dio cuenta de que se había quedado atrapada
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