Un día aún necesario para la mujer
UN año más la celebración del día de la Mujer Trabajadora sirve para constatar los lentos avances en la lucha a favor de la igualdad de sexos en la sociedad y en la empresa. Pese a los esfuerzos sociales y legales que se llevan a cabo, la realidad muestra que las diferencias en las condiciones de trabajo entre mujeres y hombres, así como en las relaciones de poder, parecen haberse asumido como normales. De ahí la necesidad de jornadas como la de hoy para mantener viva la concienciación sobre esta problemática.
El papel de la mujer en la sociedad, en los últimos años, ha adquirido una relevancia creciente, asociada a su cada vez mayor y mejor formación. Ello resulta especialmente visible en la universidad, donde la presencia femenina es cada vez mayor en cantidad y calidad, sobre todo en algunas carreras científicas en las que ya superan a los hombres. Pero ese talento femenino se desperdicia por la elevada marginación laboral que se registra en todos los niveles, incluidos los centros de decisión empresariales y políticos. Las mujeres, según un estudio hecho público ayer, ocupan tan sólo la cuarta parte de los cargos directivos de las empresas españolas medianas y grandes, un porcentaje que se ha mantenido estable en el último año. En política, por ejemplo, destaca el dato de que sólo el 18% de las alcaldías están dirigidas por mujeres, en contra de lo que se podría pensar a la vista de los casos de Barcelona o Madrid.
Pese a la mayor y mejor formación de las mujeres se mantiene, asimismo, la brecha salarial con los hombres en casi todas las categorías salariales, desde los puestos directivos hasta los empleos no cualificados. En un informe hecho público por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las diferencias salariales apenas se han reducido 0,6 puntos porcentuales en veinte años y las oportunidades de las menores. mujeres de participar en el mercado laboral son un 27% En Europa la brecha salarial media es del 16,30%, porcentaje que en España se ha elevado durante la crisis hasta más del 19%, a causa entre otras razones de la mayor precariedad laboral que sufren ellas. El problema añadido es que no sólo cobran menos ahora, sino que esta diferencia negativa se acumula a lo largo de los años a efectos del cobro de la pensión de jubilación, que llega a ser hasta más de un 39% inferior a la de los hombres. Pero la brecha de género, como también señalan la OIT y los sindicatos CC.OO. y UGT, no es sólo salarial, sino también de peor calidad de empleo, menos horas de trabajo, mayor paro y, sobre todo, de mayor dedicación al trabajo no remunerado del hogar. La segregación laboral de las mujeres, fundamentalmente, es consecuencia de su discriminación social y cultural debida a la falta de corresponsabilidad de los hombres en la maternidad, las tareas domésticas, así como en el cuidado de los hijos y de los ancianos, y cambiar eso exige profundos esfuerzos educativos, culturales, legales y sociales. Las Naciones Unidas harán hoy un llamamiento para conseguir “un planeta 50-50 en el 2030”, con el objetivo de utilizar la nueva agenda global de desarrollo para respaldar a las mujeres. Es este un objetivo muy ambicioso y por ello se pide que todos los países dediquen una financiación sólida, una valiente labor de promoción y una férrea voluntad política para alcanzar la igualdad de sexos, ya que no hay ninguna otra mejor inversión de cara al futuro. Es evidente que en España, y en Catalunya, pese a los esfuerzos legales que se han impulsado últimamente, queda aún mucho por hacer.