Llamas y humo
Victor Hugo advirtió que las revoluciones, como los volcanes, tienen días de llamas y años de humo. Del mismo modo, estos días ardientes de intentos de investidura en el Congreso de los Diputados preconizan meses de negra humareda hasta el 3 de mayo, cuando, a falta de un presidente del Gobierno surgido de la confianza mayoritaria de la Cámara, se desencadenaría la convocatoria de las elecciones avizoradas para el 26 de junio. Del humo que sigue a las llamas habló el portavoz socialista en su intervención del viernes día 4 al señalar que cuando se agrede y se descalifica el primer impacto es en el Diario de sesiones, pero más allá se producen heridas difíciles de cerrar.
Recordemos que las elecciones generales se celebraron el 20 de diciembre y que en la sesión constitutiva del Congreso el 13 de enero se eligió de forma pactada la Mesa de la Cámara con el socialista Patxi López como presidente. El Rey ha celebrado ya dos rondas de consultas con los representantes designados por los grupos políticos del Parlamento. La primera en la semana del lunes 18 al viernes 22 de enero, concluida con el ofrecimiento al líder del PP, Mariano Rajoy, para que fuera candidato a la presidencia del Gobierno. Como declinó, hubo de abrirse otra ronda el miércoles día 27 de enero que concluyó el martes 2 de febrero con la propuesta al socialista Pedro Sánchez.
El candidato decidió que el Congreso fuera la sede de las negociaciones; designó un equipo negociador; acordó sesenta y seis páginas de medidas con Ciudadanos y compareció los días 1, 2 y 4 de marzo para solicitar la confianza del Congreso. Obtuvo 131 votos de los socialistas y Ciudadanos junto con el de Coalición Canaria. Fue un espectáculo de adhesión inquebrantable sin atender al artículo 67.2 de la Constitución que les libera de “mandato imperativo alguno”.
El pleno de investidura respondió a una aritmética de acero y demostró el imposible de Rajoy, a quien se le transparentaba el speech writer, un periodista avezado en la negritud desde Adolfo Suárez. También vimos la obsesión por dar espectáculo de Pablo Manuel Iglesias. Días de llamas, de antagonismos encendidos, de los que derivarán consecuencias tóxicas. En todo caso, Rajoy e Iglesias van a empezar a pagar el precio del no, como titula el periódico Ahora.