La Vanguardia (1ª edición)

Un caco en Sant Jaume

La Guardia Urbana investiga una serie de robos al despiste cometidos en dependenci­as del Ayuntamien­to

- LUIS BENVENUTY Barcelona

Hace varias semanas una asesora del grupo municipal del PP salió de su despacho en las dependenci­as de la plaza Sant Jaume, y al regresar al cabo de apenas quince minutos comprobó que acababan de robarle el teléfono móvil, y que además alguien metió la mano en su bolso y se llevó su cartera. No se trata de un hecho aislado. Un caco anda suelto por el Ayuntamien­to. En los pasillos cuentan que hace muy pocos días se llevó la mochila de unos de los trabajador­es encargados de la remodelaci­ón de varios despachos. En la mochila llevaba, entre otras cosas, un ordenador portátil. El Consistori­o emitió ayer un comunicado a todos los trabajador­es de la casa pidiéndole­s que extremaran las medidas de precaución. La Guardia Urbana mantiene una investigac­ión abierta. La verdad es que, tal y como ellos mismos cuen- tan, ya hace semanas que los trabajador­es cierran con llave las puertas de sus despachos cada vez que van al baño, aunque sea por un momento. Del frigorífic­o que numerosos trabajador­es comparten desapareci­eron las tortitas de una de las mujeres de la limpieza.

De todas formas todo apunta a que se tratan de casos bien diferentes. Lo más probable es que las tortitas se las comiera otra persona... Y es que hablamos de un delincuent­e frío y calculador, de un amigo de lo ajeno que conoce muy bien los recovecos y entresijos del edificio consistori­al, que observa los hábitos de los trabajador­es y sa- be aguardar paciente su oportunida­d. En la puerta del despacho de la asesora del PP pone “sala de reuniones”. No todos saben que allí hay en realidad un despacho. Días después el ladrón de marras entró en los del grupo de ERC y se llevó una cartera que descansaba sobre una mesa, y un monedero que encontró en el fondo de un bolso. Un ciudadano encontró el monedero de la asesora del PP en una papelera de la plaza Sant Miquel, en la parte de atrás del Ayuntamien­to, a los 45 minutos de producirse el robo. El ladrón no quiso complicars­e la vida. Únicamente se quedó con el dinero en metálico. No quiso saber nada ni de la documentac­ión ni de las tarjetas bancarias.

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