No es una escalera, es un gimnasio
Los deportistas aficionados salen a la calle, dispuestos a aprovechar el mobiliario urbano: utilizan bancos, columpios y rampas para sustituir las instalaciones deportivas
Son las siete y media de la tarde, y hay lío en Atleta’s, la tienda de Domingo Catalán en la carretera de la Bordeta, en Barcelona. Ocurre cada miércoles, desde hace diez meses: decenas de corredores ocupan el lugar. Entre zapatillas e impermeables, escuchan a Catalán (67), una suerte de gurú del atletismo popular en Catalunya. El hombre, con la garganta averiada desde hace años, se sube a una escalera, pide silencio a la concurrencia, y entonces vocea:
–No necesitamos gimnasios ni pistas de atletismo. Nos basta con unas escaleras y unos bancos. Tenemos todo el mobiliario de la ciudad. ¡A trabajar!
Le jalean.
Salen a la calle, a sus calles. Dos minutos después atraviesan plaza Espanya, que está al doblar la esquina, enfilan hacia Montjuïc, pasan entre las Torres Venecianes y se enfocan hacia las escaleras que conducen al MNAC.
Se detienen a los pies de esas escaleras, y allí escuchan a los instructores del grupo. Rafa Pérez, Andrés Acuña, Arantxa Suau y la doctora Yolanda Puentes les acompañan semana tras semana. Fernando Díaz y Benito Ojeda, que fueron atletas profesionales, también les asisten esta vez.
–Hoy trabajaremos en las escaleras, y luego buscaremos la plaza Europa (frente al Palau Sant Jordi), donde utilizaremos los bancos, los bordillos y otros escalones para trabajar hombros, pecho, espalda, bíceps y tobillos –dice Pérez.
Diez minutos más tarde, ya están allí arriba. Corretean a las puertas del Estadi Olímpic, e ignoran las instalaciones de Pau Negre, donde hay un gimnasio, una pista de tartán y otras dos de hierba artificial. Llega una tanda de flexiones en un banco. Luego, tríceps. Suben y bajan de un bordillo, mientras trotan en fila india. Y acaban ascendiendo una larga rampa, muy deprisa, en paralelo al Palau Sant Jordi.
“Hace dos o tres años que observamos estos nuevos hábitos”, dice Anna Sio, directora de marketing de Reebok Iberia, creadora de la campaña “Gym is everywhere” (el gimnasio está en todas partes). “Antes, el fitness se ligaba a las pesas en el gimnasio. Pero ahora, tenemos claro que puedes hacer escaleras en cualquier punto, y también ejercicios
“La ciudad está en nuestra mano, y gratis; ¡a trabajar!”, vocea Domingo Catalán a sus atletas
en la playa, como por ejemplo los push ups (elevaciones de piernas). Si queremos trabajar el cuerpo, nos basta con el parque de enfrente de casa”.
“Entiendo que me estoy tirando piedras contra mi tejado”, dice Óscar Peiró (37), responsable de un gimnasio en Madrid, el Smart-Club, en Chamberí, “pero ya llevo quince años en el mundo del fitness, y tengo claro que todo lo que sea hacer deporte es bueno, se haga donde se haga”.
Eso mismo propone a sus deportistas, dice: “Me los llevo al parque, hacemos ejercicios al estilo boot camp (entrenamiento militar), aprovechando el mobiliario urbano”. Practican bíceps en un columpio. Elevaciones en un cono de cemento. Cargas contra un banco. “Nuestros clientes pueden entrenarse con movimientos primarios, sentadillas, empujando, tirando, aplicando saltos laterales... Si le enseñas a hacer todo eso, cualquiera puede sacarle un montón de ideas a un parque infantil”.
Tras una sesión de una hora, los atletas populares de Domingo Catalán descienden Montjuïc al trote. La sesión les ha salido gratis, y encima su gurú les dará patatas chips, palomitas, cortezas y refrescos cuando alcancen la tienda.
No está mal.