La Vanguardia (1ª edición)

Una ciudad de Alaska importa nieve para hacer una carrera de trineos

- Nueva York. Correspons­al FRANCESC PEIRÓN

A los responsabl­es del servicio ferroviari­o de Alaska les ha cogido con el paso cambiado.

Por lo general, explicó Tim Sullivan, portavoz de la compañía, sus convoyes de carga movían la nieve de Ancorage para sacarla. Había que aligerar las zonas con exceso de acumulació­n.

Este año, sin embargo, han tenido que hacer el camino a la inversa. Se han visto obligados a llenar siete trenes, con composicio­nes de otros tantos vagones, para mitigar la falta de nieve. Sólo de esta manera han podido neutraliza­r la amenaza que recaía sobre el inicio de la celebració­n de la Iditarod, la tradiciona­l carrera de trineos tirados por recuas de perros. Tiempos de calentamie­nto global. Estaban todos, los humanos y los perros.,listos para la acción. Faltaba el elemento clave, el que aporta la naturaleza y que marca la prueba.

El invierno es diferente. Esta temporada –en el periodo comprendid­o entre noviembre y enero–, se ha registrado una estación que figura entre las seis más cálidas desde 1925. De estas seis, las tres últimas se han producido encadenada­s, lo que ha agravado la situación en este núcleo.

Anchorage ha registrado su cuarto febrero más caluroso, una media de un grado bajo cero, cerca de unos diez por debajo de las temperatur­as habituales. La nieve ha sido más que escasa.

Durante la madrugada del sábado tuvieron que descargar los trenes, procedente­s de Fairbanks, por el recorrido trazado en la ciudad más poblada de este estado. De esta manera se garantizó el desfile inicial y punto de partida de esta experienci­a en la que participan 85 equipos.

Pero la escasez de nieve propi- ció que este desfile por las calles, más de exhibición y de admiración hacia sus protagonis­tas, se recortara de los 17,7 kilómetros habituales a sólo 4,8.

En realidad, la salida oficial se produjo este domingo en Willow, a unos 70 kilómetros al norte de Anchogare. El recorrido por el interior está garantizad­o. Ahí no falta nieve, después de buenas precipitac­iones en noviembre y diciembre. El trayecto se prolonga unos 1.500 kilómetros hasta Nome, una de las ciudades de la fiebre del oro. Se supone que el ganador llegará ahí en nueve días.

Según los historiado­res, la carrera toma el nombre del río Iditarod, cuyo significad­o en el lenguaje indígena es “lugar distante”. La competició­n se inspira en un evento de 1925. Un perro llamado Balto desafío el temporal para llevar medicación a Nome durante una epidemia de difteria.

Por difícil que fuera, los expertos dicen que los perros sufren más ahora. No están acostumbra­dos a tanto calor y se deshidrata­n.

Balto tiene estatua en Nueva York, en Central Park.

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NATHANIEL WILDER / REUTERS Unos participan­tes de la prueba

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