Del Mediterráneo idílico al espanto
El IVAM reflexiona con un centenar de obras sobre cómo el mar mitificado ha pasado a ser tumba de emigrantes
Hubo un tiempo en el que la vida en el Mediterráneo representaba el placer sexual, el lugar en el que recuperar energía, en el que curarse enfermedades cuando en el norte de Europa la tuberculosis hacía estragos. Y esa construcción idílica provocó que desde mediados del siglo XIX muchos creadores fijaran su mirada en este mar de culturas, y en sus geografías, para inspirarse. Lo comenta José Miguel García Cortés, director del IVAM, antes de subrayar que esa percepción del Mediterráneo ha cambiado, “ahora lo percibimos como una zona de conflicto, de incomprensión, de terror, de muerte; ese mar mitificado es ahora tumba para miles de personas”.
Esta evolución de la imagen que tenemos del mar clásico ha inspirado la exposición del IVAM titulada Entre el mito y el espanto, el Mediterráneo como conflicto. Una muestra en la que a través de un centenar de obras –pintura, dibujos, fotografía, instalaciones y vídeo– el visitante puede participar de este cambio de percepción histórica. Desde la obras alegres, sensuales, iluminadas, vivas de autores fascinados por el Mediterráneo como José Benlliure, Ignacio Picazo, Joaquín Sorolla, Pablo Picasso o Antonio Muñoz Degraín, a esa otra mirada pesimista, triste, decepcionada, de creadores como Ursula Bienmann, Xavier Arenós, Bouchra Khalilli o Adrian Paci.
Tres poemas de Cavafis ( Viaje a Ítaca, Esperando a los bárbaros y Fui) reciben al visitante a la exposición que se inicia con las obras que ayudan a comprender la construcción del mito. Ahí están los paisajes románticos que retrataban artistas como Degraín ( El Líbano desde el mar, 1909), Pinazo ( Anochecer en la escollera III, 1898-1900) o Sorolla ( Ráfaga de viento, 1904) y cómo se acercaban a ese ideal del Mediterráneo artistas como Wilhelm von Gloeden, Herbert List o Nicolás Muller a través de retratos de efebos al estilo griego o mujeres con vestimentas exóticas.
La segunda parte de la exposición exhibe obras de artistas contemporáneos de países mediterráneos “que muestran la problemática desde la cotidianeidad, los artistas hablan de su vida privada vinculada a los hechos sociales, una vida condicionada por la violencia, la guerra o el racismo”. Esta visión del mar como una zona de conflicto, muerte y espanto incluye obra de artistas que reflexionan sobre la migración, sobre esos viajes con el fin de alcanzar Europa y sus consecuencias.
Es el caso del vídeo Centro di Permanenza Temporanea del albanés Adrian Paci, Avalancha de Sergio Belinchón que muestra lo que podría ser el asalto a una valla en el corazón de Europa por los propios europeos o los trabajos del palestino Taysir Batniji en los que vincula sus vivencias en una Palestina ocupada, en una constante atmósfera de violencia, y las consecuencias que se derivan: el desplazamiento, el exilio y el desarraigo de la propia cultura.
La exposición continúa mostrando trabajos como los del francés Mathieu Pernot con su serie de fotografías Les migrants en las que vemos una serie de bultos que resultan ser cuerpos de migrantes afga- nos envueltos con telas o Le Feu sobre la quema de las caravanas de la comunidad gitana nómada en Francia.
La melancolía y la visión distante de la diáspora queda retratada en fotografías como las de la marroquí Yto Barrada que componen su serie El estrecho: Un viaje lleno de agujeros 1997- 2004 o las de la argelina Zineb Sedira con el díptico Transitional Landscape o The Lovers I. La exposición culmina con las fotografías Invernaderos de Montserrat Soto, que muestran la soledad y el desarraigo.
“El mar representaba el placer sexual, la energía; y ahora se percibe como lugar de conflicto, de muerte”