La Vanguardia (1ª edición)

Un premio al tesón

El Espanyol domina y doblega al Rayo con goles de Abraham y Hernán Pérez

- RAMÓN ÁLVAREZ

Las victorias hay que trabajárse­las, y pocas se ha trabajado tanto el Espanyol como la de anoche ante el Rayo Vallecano. Los blanquiazu­les salieron convencido­s de lo que era victoria vital para alejarse de la zona baja tras caer con estrépito ante el Betis la semana pasada y la alcanzaron gracias a un tesón que corrigió un sinfín de inexplicab­les errores ante la meta rival. La mala noticia fue la expulsión de Víctor Sánchez por doble amarilla y la quinta amarilla que vio Diop en la misma acción. El equipo los echará de menos en Granada el próximo lunes.

Tras el accidente del jueves, volvió a salir Galca con el esquema y el equipo de El Molinón, con Gerard como único referente en punta y Caicedo en el banquillo y el único cambio de Duarte por Víctor Álvarez en el lateral izquierdo. “Tenemos que ir así hasta el final”, dejó dicho el técnico en la previa del partido. Ayer cumplió y el equipo le secundó jugando de principio a fin con la intensidad que pedía el rumano y ya en el minuto 3 Yoel rechazó con los puños un remate envenenado de Óscar al primer palo.

Era sólo un aviso de lo que estaba por llegar, ya que a partir de ahí el Espanyol fue el único equipo que propuso, dominó y creó las ocasiones. Es imposible que aún le pueda quedar alguna duda al técnico blanquiazu­l de que desde atrás –arropados, como le gusta decir– es cómo su equipo juega más cómodo y, lo más importante, es más eficiente. Y así, bailando pegados, fue cómo los locales fueron más rápido y más directo al grano, ya que cuando aún no se había alcanzado el minuto 11 de juego, una gran acción de Marco Asensio por la banda derecha culminó en una perfecta asistencia en raso al primer palo, adonde entraba Abraham, que sorprendió a Yoel con un disparo raso que entró junto a la cepa de ese mismo poste.

Era la culminació­n a un gran inicio de juego e intensidad que rompía los esquemas a Paco Jémez y le

obligaba a reescribir sobre la marcha su elogio a la locura defendiend­o ya en el primer cuarto de hora de partido con sus dos centrales –incluido Diego Llorente, con la cautelar del Tribunal de Arbitraje Deportivo– y Baena, un viejo conocido que ayer entraba por el no amnistiado Iturra. Pero el exespañoli­sta nunca ha sido un prodigio de la contención y eso abrió más las puertas a los locales, por más superiorid­ad que tuviese el Rayo en el centro del campo.pudo desequilib­rarFue así cómo aún el más Espanyolel duelo si Burgui, en una rápida contra local, no se hubiese dejado atrás un balón en el 28. O si Yoel no hubiese despejado a córner un disparo exterior con el que un inconmensu­rable Víctor Sánchez culminó otra contra españolist­a en el 33. El Rayo, además, fue cargándose de amarillas al tener que detener de alguna manera a los jugadores locales que tomaban esas autopistas sin peaje que les brindaba Jémez. Tras la reanudació­n, los dos téc-

nicos siguieron a la suya y el guión del partido empezó siendo el mismo que el de todo el primer tiempo. En el 52, Crespo se lesionó para frustrar un pase de la muerte de Burgui a Marco Asensio y sólo tres minutos después, una gran acción personal de Gerard no encontró el remate de Marco Asensio y Abraham, en segunda instancia, envió a las manos de Yoel. Al Espanyol le faltaba rematar y la situación alcanzó el paroxismo cuando Burgui remató desviado en su mano a mano con Yoel (61), cuando Marco Asensio definió magistralm­ente ante el meta visitante para que Quini sacase el balón bajo palos (63) o cuando de nuevo Yoel frustró una acción personal de Gerard tras superar a dos rivales (65). Jémez se puso a mover el banqui- llo en busca de pólvora y como indica esa ley no escrita del fútbol, cuando perdonas tanto, lo acabas pagando. Y el Espanyol lo pagó viendo como el Rayo le empataba en una de las ocasiones aisladas que encontró en su aventura alocada hacia la meta de Pau. Bebé recibió en el vértice del área, supero a Diop y se marcó un disparo cruzado que acabó en las redes para poner el 1-1 en el 67.

Para el Espanyol no se trataba de volver a empezar, sino de seguir en la misma senda ante un Rayo con una defensa de la señorita Pepis, pero metiéndola. Para ello Galca dispuso a Caicedo –manteniend­o a Gerard–, Hernán Pérez y hasta un cabeceador como Roco, y fue el paraguayo quien acabó resolviend­o con una volea de genio desde la frontal en el 77.

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TONI ALBIR / EFE Abraham celebra el primer gol del Espanyol, conseguido tras una gran acción individual de Marco Asensio

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