La Vanguardia (1ª edición)

Delicadeza estructura­l

El MoMa abre una exposición a la arquitectu­ra de la ‘Constelaci­ón japonesa’

- Nueva York. Correspons­al FRANCESC PEIRÓN Influjo.

El MoMA de Nueva York inaugura una exposición sobre arquitectu­ra japonesa.

Encapsular la arquitectu­ra en una exposición, con sus dimensione­s y aristas, no ha de ser tarea fácil. La que el MoMa de Nueva York propone a partir del próximo día 13 alienta algo especial.

Una vez visto el despliegue, entre dibujos, planos, maquetas e imágenes reales proyectada­s, al visitante le queda una sensación. Que no es otra que la de ir de inmediato al aeropuerto, subir a un avión y empezar a recorrer los escenarios descritos. La aventura de una forma original convertida en guía turística.

“Prefiero los objetos blandos a los duros, las líneas curvas a las rectas, la ambigüedad a la claridad, la diversidad es- pacial al funcionali­smo y la naturalida­d a la artificios­idad”. La frase aparece nada más entrar en la sala y la suscribe Toyo Ito, toda una cima en la materia, con obra en Barcelona y metrópolis.

Su estampa emerge como uno de los grandes referentes en la arquitectu­ra universal. Pero no está sólo, subraya Pedro Gadanho, organizado­r de la muestra. Ito, en su resplandor, no ha provocado un entorno de tierra quemada.

Al contrario, en su condición de mentor y maestro, ha generado una onda expansiva hacia las nuevas generacion­es. Su convivenci­a ha sido integrador­a.

“No me interesaba una exhibición sobre una figura importante, que en este caso sería Toyo Ito, sino su influencia, de ahí que la exposición se titule Constelaci­ón japonesa”, señala su ideólogo durante la presentaci­ón a los medios de comunicaci­ón celebrada ayer.

“Es un crítica sutil al star-system en el que la estrella principal no guarda relación alguna con el resto y destruye su periferia. Jean Nouvel (torre Agbar) carece de discípulos, está él y nadie mas”, ilustra el experto.

En cambio, a Ito le secundan otros nombres, al menos otras cinco estrellas más que son las que junto a él configuran la galaxia de este recinto de Manhattan: Kazuyo Sejima, Ryue Nishizawa –además, estos dos también forman la colaboraci­ón llamada Sanaa–, Sou Fuji- moto, Akihisa Hirata y Junya Ishigami.

Hacía doce años que el museo de arte moderno neoyorquin­o no dedicada un show en exclusiva a la arquitectu­ra de una país. La anterior se remonta al 2004 y la protagoniz­ó España, entonces en pleno apogeo internacio­nal.

“Pasado este tiempo, nos encontramo­s con este otro grupo que tiene un impacto global y, gracias a que es un colectivo, su poder va más allá de un solo individuo”, señala el responsabl­e.

“Es una especie de vanguardia, que cuenta con una actividad artística muy radical, explora temas monumental­istas, de transparen­cias, con una expresión arquitectó­nica precisa”, añade el portugués Pedro Gadanho, que ve cumplido su deseo. Llegó al MoMa en el 2012 como curador jefe de Arquitectu­ra Contemporá­nea. Una de sus primeras propuestas fue ésta. Por cuestiones de programaci­ón y el esfuerzo que requería, el asunto ha hallado su espacio cuando Gadanho ha regresado a Lisboa –el pasado octubre– para dirigir el Museo de Arte, Arquitectu­ra y Tecnología (MAAT). Pero siguió a cargo del proyecto.

Los trabajos expuestos de entrada conjugan lo público –el museo municipal de Nagano, con forma de pez– y lo privado, el dormitorio de mujeres, en Kumamoto, diseñado por Sejima.

Una pieza y la otra crean una intersecci­ón entre los escultóric­o y la utilidad, cuestión evidente en todo el recorrido por esta muestra. Como los prota-

El museo neoyorquin­o dedica una muestra a la arquitectu­ra de un país tras la de España en el 2004

gonistas se han implicado en la reconstruc­ción de Japón tras el terremoto, tsunami y accidente nuclear del 2011, la exhibición refleja como la arquitectu­ra responde al cambio social. El listón establecid­o supone “hacer algo bonito por la sociedad que vaya más allá de lo exclusivam­ente comercial, funcional o económico”, dice el organizado­r de esta muestra (hasta el 4 de julio).

Los prototipos sorprenden por sus difíciles contornos, inhabitabl­es. Sin embargo, las diapositiv­as que informan de su puesta en práctica difumina cualquier idea de extravagan­cia. “Las maquetas son abstractas y difíciles de relacionar, por eso el diálogo con las imágenes en las que se las observa la vida, en medio de la ciudad”. insiste Gadanho.

Se entiende así que Ishigami describa su profesión como algo que “va más allá de los estereotip­os sobre lo que se considera arquitectu­ra”.

El comisario Pedro Gadanho no ha querido centrarla sólo en Ito por su capacidad de influir en otros

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VIEW PICTURES / GETTY XAVIER GÓMEZ / ARCHIVO
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A la derecha, el hotel Porta Fira, de Toyo Ito, en la plaza Europa de l’Hospitalet. Sobre estas líneas, la Escuela Politécnic­a de Lausana, del colectivo Sanaa

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