Condena de 19 años al constructor que más dinero donó al Instituto Lula
Opositores y partidarios del expresidente brasileño se citan en las calles
Buenos Aires. Corresponsal Odebrecht es la mayor constructora de Brasil y Latinoamérica. Su presidente hasta diciembre pasado, Marcelo Odebrecht, encarcelado desde julio del 2015, fue condenado ayer a 19 años y cuatro meses de prisión por el escándalo de corrupción en Petrobras. Aunque la sentencia no se refiere a las donaciones al Instituto Lula, Odebrecht es la empresa que más dinero aportó a la organización que preside honorariamente Luiz Inácio Lula da Silva, lo que el viernes pasado motivó la detención durante tres horas del exmandatario para ser interrogado.
Odebrecht, propietario y nieto del fundador de la constructora, fue condenado junto a otros cuatro directivos de la empresa por los delitos de corrupción, lavado de dinero e integración de organización criminal. La compañía es en realidad un holding industrial que además participa en sectores como el petroquímico; es la principal empleadora privada de Brasil, su mayor multinacional y da trabajo a 275.000 personas en 25 países, incluida España.
La Fiscalía explicó que el 60% de las donaciones recibidas por el Instituto Lula entre el 2011 y el 2014 fueron aportadas por las cinco ma- yores constructoras del país, con Odebrecht a la cabeza. El interrogatorio del expresidente fue motivado por las sospechas de que ese dinero habría sido un pago encubierto a las gestiones de Lula para que esas empresas consiguieran millonarios contratos con Petrobras.
La sentencia contra Odebrecht considera probado que la constructora, que creció precisamente a partir de su relación con Petrobras, que data de los años cincuenta del siglo pasado, obtuvo mediante sobornos contratos con la petrolera por unos 3.057 millones de euros.
La prensa brasileña publicó ayer que Marcelo Odebrecht estudia convertirse en delator para obtener una reducción de condena. La figura del delator ha sido clave desde que en el 2014 se produjeran las primeras detenciones del caso, que ya se cuentan por decenas, lo que ha producido un efecto en cadena. De hecho, aunque no ha sido confirmado oficialmente, se presume que el exportavoz en el Senado del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), Delcídio do Amaral, detenido el año pasado, es quien ha delatado a Lula y supuestamente también a la presidenta Dilma Rousseff, implicándolos en el escándalo.
La detención transitoria de Lula ha aumentado la polarización en Brasil. Partidarios y detractores del Gobierno preparan un marzo caliente de movilizaciones. Grupos cercanos al PT tenían previsto organizar ayer una marcha de apoyo a Lula en Sao Paulo, pero las manifestaciones más grandes se prevén en los próximos días. El domingo sectores opositores pretenden que millones de brasileños salgan a las calles de las principales ciudades para pedir la dimisión de Rousseff, sobre quien pesa una petición parlamentaria de impeachment, en una protesta que ya estaba prevista antes del interrogatorio de Lula.
Por otro lado, los grupos que consideran la actuación judicial contra Lula un “golpe de estado” han llamado a manifestarse el 18 de marzo. Además, la Unión Nacional de Estudiantes, que ayer convocó un acto en Sao Paulo por el Día de la Mujer donde también pensaba apoyar a Lula, quiere llevar a 100.000 jóvenes a Brasilia el próximo 31 de
Odebrecht, la mayor constructora de Latinoamérica, pagó sobornos para lograr contratos de Petrobras
marzo para defender al Gobierno.
Por otra parte, el partido opositor de derecha Demócratas (DEM) solicitó ayer a la Fiscalía General del Estado que investigue si Rousseff cometió algún delito cuando el sábado usó el avión presidencial, un helicóptero y coches oficiales para desplazarse desde Brasilia a la casa de Lula en Sao Paulo para apoyar públicamente a su mentor.