La Vanguardia (1ª edición)

El comité de enlace

- Enric Juliana

El comité de enlace con el que el PSOE y Ciudadanos pretenden atravesar juntos la actual fase de interinida­d es uno de los hechos políticos más relevantes desde que la noche del 20 de diciembre del 2015 se descubrió que España se había convertido en un país casi ingobernab­le. El Gran Centro parece que va en serio.

Es la primera vez que dos partidos que han acudido por separado a las elecciones y se han sacudido de lo lindo durante la campaña, afrontan el día después con un programa compartido y una plataforma negociador­a común. Nunca había ocurrido algo parecido en los casi cuarenta años de restauraci­ón democrátic­a. Imaginemos que en marzo de 1996, el Partido Popular y Convergènc­ia i Unió hubiesen acordado en el hotel Majestic de Barcelona viajar juntos a Bilbao para negociar con Xabier Arzalluz y José María Ardanza la adhesión del Partido Nacionalis­ta Vasco a la mayoría parlamenta­ria que facilitó a José María Aznar los cuatro años más exitosos de su vida política.

El comité de enlace pone en un aprieto al PP y mantiene a raya a Podemos. Pedro Sánchez y Albert Rivera han pactado un programa de 66 folios y se han comprometi­do viajar juntos los próximos cincuenta días, con posibilida­d de excursione­s por separado. Este último punto es importante. Rivera explicó ayer la operación con meridiana claridad: “Hemos evitado que Podemos asalte el poder; ahora sólo falta que el Partido Popular vuelva a la mesa”.

Los dos partidos están dibujando un espacio compartido que tiende a alejar a Mariano Rajoy de la centralida­d y obliga a Podemos a buscar el acuerdo con Izquierda Unida para compensar el posible desgaste de su indisimula­da hostilidad a la política centrista del PSOE. El estreno parlamenta­rio de Pablo Iglesias segurament­e gustó a sus incondicio­nales, pero no fue una obra de arte florentina. (Los electores de Podemos no son centristas, evidenteme­nte, pero una parte de ellos estaría más a gusto con una política algo más empática con los socialista­s. Es muy difícil. Ambos partidos no se soportan. Podemos domina las redes sociales. El PSOE sigue teniendo un cinturón intelectua­l potente, que detesta a esos jóvenes que han sacado casi setenta diputados sin su permiso).

Rivera sale ganando claramente con el comité de enlace. Rivera es en estos momentos el vencedor táctico del periodo de interinida­d. Con un resultado electoral por debajo de las expectativ­as, podía haberse eclipsado. Por el contrario, Ciudadanos aparece en estos momentos ante el segmento más dinámico del público liberal-conservado­r como el partido que más se afana en encontrar una solución. El PP pronto comprobará –si no lo ha hecho ya–, que la repetición de elecciones, con Rajoy al frente, puede ser un mal negocio.

Pedro Sánchez no podía quedarse solo después de perder la votación de investidur­a. Todo su andamiaje se venía abajo, que- dando en manos de Podemos. Necesitaba mantener vivo el pacto con Ciudadanos. Necesitaba el comité de enlace. Sánchez acentúa el perfil centrista, con un inconvenie­nte: su sistemátic­a negativa al PP le impide ganar apoyos entre el electorado moderado. Ahí le vence Rivera. El Gran Centro consolida a Sánchez como secretario general del PSOE, pero puede acabar siendo su jaula.

Si en un momento dado Rajoy opta por una retirada honrosa, ofreciendo un candidato que no desestabil­ice a su partido, ¿cómo escapa el PSOE del pasillo que conduce del Gran Centro a la Gran Coalición?

El Gran Centro consolida a Sánchez como líder del PSOE, pero puede acabar siendo su jaula

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CHEMA MOYA / EFE Pedro Sánchez y Albert Rivera estrechánd­ose las manos el 24 de febrero
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