Carmina (F)urana
La Fura dels Baus lleva al Tívoli su montaje de la cantata de Carl Orff que ya han visto 130.000 personas en todo el mundo
Es el montaje operístico que más veces ha representado La Fura dels Baus: 37 funciones en espacios de tres continentes. Esta versión del Carmina Burana de Carl Orff que impulsó la Agencia Camera en 2009 –año en que se vio en L’Auditori e inauguró la Quincena Musical de San Sebastián– lleva 130.000 espectadores a sus espaldas. Y la crítica internacional no deja de calificarla de “fabulosa” y “salvaje”. Ahora regresa a Barcelona en cinco únicas funciones –del 10 al 13 en el Tívoli– con formación de cámara y arreglos musicales del alicantino Josep Vicent, que es quien la dirige. La expectación no es poca: vendrá incluso gente de las casas de ópera de Los Ángeles o Munich, para eventualmente contratar la producción.
El furero Carlus Padrissa la ha subido a escena en Florencia, con Zubin Mehta a la batuta; en la Fourvière de Lyon, ante dos mil personas; en el Parque Araucano de Santiago de Chile, tras quemarse el Teatro Municipal de la capital... y el pasado septiembre en Taiwán, ante 15.000 espectadores. No por casualidad es la ópera más popular del siglo XX, en realidad una cantata escénica, un título reconocible por la mayoría y de apenas una hora de duración.
“Es perfecta para quienes no van a la ópera, porque te enamora”, apunta Padrissa, miembro fundador del grupo teatral catalán de mayor proyección internacional. “Habla de la vitalidad, lo que la convierte en una ópera anticrisis, tiene ese punto de musical, esa chispa de opereta. Y te contagia esa lucha de los espermatozoides que suben y sólo uno de ellos llega, una lucha atávica inherente al ser humano y que nos hace a todos más fuertes y mejores”.
Un cilindro de ocho metros de diámetro soporta las cortinas que envuelven al ensemble de músicos –diez, con preeminencia de la percusión– y sobre las cuales se proyectan imágenes que ilustran el ar- gumento de la obra: una luna gigante, el deshielo, un éxtasis floral, una vendimia en directo, el vino, el agua, el fuego... elementos cien por cien Fura. Y no falta la grúa para levantar a la diosa ex machina, la soprano de amplios agudos Amparo Navarro. “Su aria de 30 segundos es puro éxtasis, el orgasmo mejor compuesto del mundo”, dice Padrissa. Completan el reparto la soprano Luca Espinosi, el barítono Toni Marsol y el contratenor Jordi Domènech. Los coros, en esta ocasión la Polifónica de Puig Reig, se situarán en los laterales y acaso in- teractuarán con el público. “Es una música muy furera, es palpitante. Yo echo en falta el beat en las óperas, el ritmo de la vida. Y eso sí lo tiene Carmina Burana. El cantante se convierte en un actor furero. Y el guión no puede ser mejor, ¡si hasta sale un cisne asado!” Padrissa se refiere a los textos del siglo XII y XIII que fueron hallados en la abadía de Bura Sancti Benedicti, en un pueblo de Baviera donde fabricaban cerveza –“o vino, pues nosotros nos basamos en el ritual de fermentación”–. Poemas de (ex) monjes en los que se hace gala del gozo por vivir, los placeres terrenales y el amor carnal, y que no escatiman en sátira eclesial. “En Múnich me confirmaron que lo que hago es lo que Orff quería: una pieza en la que se deja volar la imaginación”, concluye Padrissa, quien ha conectado artísticamente con Vicent. “Él vive la música como fuego que le abrasa, tiene una forma muy especial de comunicar”. A lo que el director musical añade: “Hay mucha mentira en la cultura, muchos complejos, cosa que limita. Pero Carlus no tiene prejuicios y es capaz de romper barreras”.
“‘Carmina Burana’ es perfecta para los que no van a la ópera, porque te enamora; y dura sólo una hora”, dice Padrissa