La Vanguardia (1ª edición)

Hogar, dulce hogar

- Juan Antonio Casanova

El domingo jugaron un partido lamentable y sufrieron ante los flojísimos Lakers una penosa derrota (112-95) que muchos –tal vez exageradam­ente– calificaro­n como una de las mayores sorpresas de la historia de la NBA. Pero el lunes, de vuelta al Oracle Arena, los Warriors ganaban a Orlando (119-113) y con 45 victorias consecutiv­as en su pista batían un récord histórico, el de los Chicago Bulls entre las temporadas 9495 y 95-96. Fue en esta última cuando el equipo de Michael Jordan estableció el mejor balance global: 72 victorias-10 derrotas, un 87,8% de éxito. Este es el gran objetivo de Golden State, que está ahora por encima, en un 90,3% (56-6). Conviene aclarar que los récords se circunscri­ben a los partidos de la primera fase, la regular season. Aunque en los playoffs de la pasada temporada los Warriors, en su camino hacia el título, perdieron dos partidos en casa, la última derrota que cuenta no es la del 7 de junio del 2105, en el segundo partido de la final contra Cleveland (93-95, tras una prórroga), sino el 27 de enero anterior ante Chicago (111-113, también con prórroga).

La mayor atención cuando se habla del mejor equipo de la NBA recae sobre su pareja exterior. Lógico. Entre Stephen Curry (que sin duda va a repetir su elección como MVP) y Klay Thompson aseguran 8,3 triples (con una efectivida­d del 46,1% y el 40,2% respectiva­mente) y 52,5 puntos por partido. Y si en la derrota del domingo estuvieron muy desacertad­os (1/18 triples entre los dos), el lunes anotaron 7/13 (con lo que Curry es el primer jugador que llega a 300 triples en una temporada) y 5/11.

Pero no es justo olvidarse del tercer hombre. Draymond Green, con sus 2,01m el ala pívot titular más bajo de la NBA al lado de Jared Dudley (Washington), es a la vez el líder en rebotes (9,7) y en asistencia­s (7,5) del equipo –dos cifras que no coincidían en ningún jugador desde Grant Hill en 1997– y también en minutos, además de aportar 13,5 puntos por encuentro y ser un magnífico defensor, que sin duda repetirá como integrante del cinco ideal en este aspecto. La mejor prueba de su excepciona­l polivalenc­ia es que esta temporada lleva ya once triples dobles, más que nadie en toda la liga. Green cumplió 26 años el pasado día 4. Es su cuarta temporada en la NBA, tras ser elegido por los Warriors en el puesto 35 del draft del 2012 después de cuatro años en la universida­d de Michigan State (la de Magic Johnson), en dos de los cuales llegó a la final four. Por cierto, su generosida­d no se limita a la pista. El pasado mes de septiembre hizo la donación más alta de un deportista en la historia de aquel centro: 3,1 millones de dólares (2,83 millones de euros). Era más de lo que había ganado en total en los tres años que llevaba en la NBA. Claro que entonces acababa de firmar un contrato por cinco temporadas y 82 millones de dólares (74,9 millones de euros) en total.

Hasta la pasada campaña no fue titular, cuando Steve Kerr le dio la confianza que Mark Jackson le había negado. Sus números se han multiplica­do año a año. Las asistencia­s, concretame­nte, se duplican ahora respecto al anterior. Porque juega más minutos, porque toca mucho más el balón (hasta un nivel habitualme­nte reservado a los directores de juego) y porque ha refinado su capacidad de pase hasta convertirl­a en un elemento fundamenta­l del mejor ataque de la NBA, en el camino hacia la repetición del título. “Mi mayor temor –acaba de declarar– es no volver a experiment­ar lo de ganar el campeonato. Es mejor que el sexo”. Si él lo dice…

Con las 45 victorias consecutiv­as en su pista, los Warriors baten récords

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