La Vanguardia (1ª edición)

“Unas nuevas elecciones sólo pueden empeorar España”

Tengo 49 años y estuve 16 en política, pero la dejé porque la gente ya no quiere a poltronero­s vitalicios: son cosa del pasado. Nací en Pisa y de allí me siento, pero no menos que italiano. Tengo tres hijos y una mujer periodista de ‘Il Corriere’. He dise

- LLUÍS AMIGUET

URecordarl­es que unas nuevas elecciones sólo pueden empeorar las cosas.

Serán lo peor para el país, pero tal vez lo mejor para algunos partidos.

Sería peor para todos, porque en tan poco tiempo las urnas apenas cambiarían el Parlamento de hoy; en cambio, la situación de España sería sustancial­mente peor.

¿Qué nos sugiere entonces?

Cambien de chip. Ustedes llevan demasiados años en modo sólo manda uno y ahora tienen que ponerse en modo coalición.

¿Cómo?

Todos tienen que contar con todos: sobre todo los cuatro grandes partidos estatales. Aunque no todos entren en el Gobierno, nadie debe ser excluido a la hora de gobernar y reformar. Y es muy grave que el PP y el PSOE no tengan abiertas ahora mismo todas las líneas de diálogo.

¿Cuál es el incentivo para que cedan?

Ser útiles a la sociedad a la que sirven y a la Unión Europea, que ya está sufriendo la ausencia de una España con dirección y sentido. Además, deben recordar que en tiempos de crisis y reformas como los que vivimos, los gobiernos de coalición son los mejores.

¿No sería más estable otro monocolor?

Al contrario, las coalicione­s ayudan a compartir el riesgo y la responsabi­lidad al tomar decisiones difíciles como las que necesita ahora España. Cada día que pasan sin gobierno tiene un coste para ustedes y para los europeos.

Yo diría que ahora mismo no veo pánico en las calles por la falta de gobierno.

Por eso todavía es más urgente formarlo, porque la ausencia de pacto agrava la crisis de la vieja política y deja en evidencia a los nuevos partidos, que, al final, no logran ser útiles.

¿Demasiados egos revueltos? ¿Hay quien no se da cuenta de que es un tapón?

Hay quien debe darse cuenta de que la política hoy ya no puede ser una carrera vitalicia. La gente está harta de quienes quieren ir de poltrona en poltrona: eso se acabó.

Usted estuvo 16 años en altos cargos.

Por eso he dejado la política y me dedico a investigar y a mis clases en París. Y es lo que esperan los europeos hoy: que les gobierne gente normal que tiene un oficio y lo deja sólo por unos años –pocos– para servir en el gobierno y luego vuelve a su oficio con naturalida­d.

Usted formó gobierno, pero no pudo

presidirlo durante mucho tiempo. Lograr gobierno fue suficiente para sacar al país del atolladero. Después, goberné diez meses y ya no era tan importante que yo siguiera.

¿Se sintió traicionad­o por Renzi cuando vio que le movía la silla?

Eso toda Italia lo sabe. No fue un sentimient­o personal.

¿Se siente amargado por esa traición?

Creo que lo he superado bien. ¿No cree?

Le veo risueño y relajado, sí.

Lo importante es que sacamos a Italia del atolladero.

¿Antes Italia envidiaba la estabilida­d española y ahora usted nos pide coalicione­s?

La ausencia de España es un gran problema para Europa. Nos falta la pata española para reforzar la Europa mediterrán­ea, que pide más crecimient­o y menos austeridad. Sin ella, la UE es cada vez más alemana. Les necesitamo­s ya.

¿Deberíamos cambiar la ley electoral?

¿Qué ley electoral asegura más la gobernabil­idad que la francesa? El presidente francés goza de estabilida­d casi monárquica y sin embargo sufre una crisis de legitimida­d. Las leyes electorale­s no logran sustituir el consenso cuando una sociedad está dividida. Y ese es el problema de España hoy: su división social y territoria­l.

¿A qué atribuye usted el auge del independen­tismo catalán?

Ha faltado capacidad de interlocuc­ión en Madrid y la ausencia de gobierno ahora sólo puede agravar la situación. El problema catalán sigue abierto y es el gran motivo para agilizar pactos y lograr coalicione­s. Deben llegar a un punto de acuerdo para renovar el pacto con Catalunya.

¿Y el auge de los populismos en la UE?

La UE fue promesa de libertad, derechos y prosperida­d. Hoy sólo suena a austeridad, recortes y hombres de negro. Debemos lanzar iniciativa­s populares para combatir el populismo. La primera debe frenar el paro juvenil: pagar un año de aprendizaj­e en otro país de la UE a todos los jóvenes que acaben sus estudios.

Ojalá Draghi nos dé mañana más bálsamo monetario para la angustia europea.

¡Ah, San Mario! ¡San Mario! Ha salvado el euro y a la UE un par de veces, pero no puede solucionar sólo con su política monetaria el problema de fondo que es la división europea ante la austeridad, los refugiados, el Brexit...

¿Le daría más poderes a San Mario?

Necesita un Parlamento del euro y no el Parlamento Europeo en el que debe contentar también a países que no son del euro. Sólo con ese Parlamento del euro tendría la misma legitimida­d democrátic­a para pedir medidas en esos países que tiene el gobernador del Banco de Inglaterra para pedirlas en su país, porque ya tiene un Parlamento nacional detrás.

¿Cómo formaría el Parlamento del euro?

Tendría un centenar de miembros: los diputados de las comisiones de Economía y presupuest­arias de los países del euro y se reuniría en el Europarlam­ento de Bruselas .

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CÉSAR RANGEL sted tuvo que formar gobierno in extremis. ¿Algún consejo para España?

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