Nuevos modelos
La escuela a tiempo completo (de 8.30 a 16.30 horas) se postula como alternativa a la jornada compacta, consolidada durante la crisis
Cuando en las empresas se habla de conciliación, no es extraño que la gente opte por reivindicar el horario intensivo; que padres y madres puedan salir antes del trabajo para pasar la tarde con sus hijos. En paralelo, la escuela con horario partido –de mañana y tarde– se ha querido ver, en ocasiones, como una suerte de aparca
miento de niños, en el que los progenitores dejan a la prole el mayor número de horas posible mientras ellos completan su jornada. Pero tampoco aquí las cosas son lo que parecen, o blancas o negras: algunos expertos reivindican la denominada escuela a tiempo completo, no porque sea la que hoy por hoy se adapta mejor a los horarios de los padres –que también, según ellos–, sino porque es la opción que más beneficia a los pequeños según criterios pedagógicos y sociales.
UNA PAUSA DEMASIADO LARGA
En España, en general, y en Catalunya, en particular, los horarios –no sólo los escolares, sino también los laborales– se han visto condicionados desde siempre por el carácter industrial de la sociedad. Los caracterizaba esa larga pausa del mediodía para comer y descansar; una pausa que en secundaria y, sobre todo, en primaria resultaba muy desproporcionada si se la comparaba con las que se hacían –y se hacen aún– en otros países vecinos. El horario escolar de hace un tiempo –de 9 h a 12 h y de 15 h a 17 h– contemplaba hasta tres interminables horas de descanso, cuyo efecto colateral era el retraso de todas las actividades que se hacían por la tarde –extraescolares, realización de deberes...–, además de reducir a la mí- nima expresión el tiempo que se pasaba en familia, retardar la hora de la cena e incluso restar horas de sueño.
Cuando este modelo entró en crisis –al considerar los expertos que ese horario era demasiado extenso–, la alternativa fue radical: compactar la jornada por la mañana, eliminando la pausa para comer. “Pero, desde el punto de vista pedagógico, no existe ninguna evidencia que permita asegurar que concentrar la actividad lectiva por la mañana mejora los resultados. De hecho, si indican algo es precisamente lo contrario: compactar la jornada supone acelerar los aprendizajes, apretar los contenidos, eliminar pau- sas y descansos...”, explica Elena Sintes, autora del informe “Escuela a tiempo completo: hacia un modelo de educación compartida”, publicado por la Fundació Jaume Bofill. Otro aspecto negativo del horario compactado es que hace que la comida se retrase hasta horas poco recomendables para niños y adolescentes: “En ningún lugar de Europa los niños comen más tarde de las 14 h, ni los adolescentes después de las 15 h”, dice Sintes.
ACTIVIDAD NO LECTIVA
La alternativa –esa escuela a tiempo completo– recuperaría las virtudes del horario partido, pero reduciendo sensiblemente la pausa para comer, lo que debería optimizar el uso del tiempo por las tardes. Tras la comida, se reanudaría el horario lectivo, que terminaría sobre las 15.30 h. Durante otra hora más, se llevarían a cabo actividades complementarias, de las que se responsabilizarían los centros educativos –el proyecto educativo, por tanto, incluiría esa actividad no lectiva, además de los elementos
LOS
DETRACTORES DEL HORARIO COMPACTADO MANTIENEN QUE CON ÉL LOS NIÑOS COMEN DEMASIADO TARDE