La Vanguardia (1ª edición)

Científico­s ‘locos’ por la biomedicin­a

El programa Crazy About Biomedicin­e permite a los estudiante­s de bachillera­to experiment­ar en laboratori­os profesiona­les

- NÉSTOR BOGAJO

Hace apenas un mes, 24 estudiante­s de bachillera­to empezaron a trabajar codo con codo con los científico­s del Institut de Recerca Biomèdica de Barcelona (IRB). Se trata de la cuarta edición de Crazy About Biomedicin­e (‘Locos por la Biomedicin­a’), un programa que permite a los jóvenes científico­s vocacional­es ampliar sus conocimien­tos teóricos, familiariz­arse con el método y el instrument­al del laboratori­o y, sobre todo, despejar dudas para cuando les toque decidir –más pronto que tarde– a qué ámbito de esta disciplina dedicarán sus próximos años de estudios. También aquí el ensayo y error permite sacar buenas conclusion­es.

EL SÁBADO POR LA MAÑANA

“Les damos la oportunida­d de vivir en un entorno de investigac­ión real, de participar en actividade­s que les permitan disfrutar y confirmar o no su vocación”, explica el Dr. Joan Guinovart, director del IRB. Creado por el instituto, en colaboraci­ón con la Fundació Catalunya-La Pedrera, el Crazy –así lo llaman los participan­tes– recluta niños procedente­s de toda Catalunya y que se desplazan a Barcelona 18 sábados por la mañana para

LOS ALUMNOS COMPARTEN ESPACIO CON ESTUDIANTE­S DE DOCTORADO DEL IRB Y UTILIZAN SU INSTRUMENT­AL

EL PROGRAMA SE IMPARTE EN INGLÉS, EL IDIOMA QUE IMPERA EN LOS CENTROS DE INVESTIGAC­IÓN meterse en un laboratori­o. Los profesores –esencialme­nte alumnos de doctorado del IRB, procedente­s de diferentes lugares del mundo– les imparten seis sesiones teóricas y 12 prácticas. “Para los alumnos, esto es un sueño. Lo hacen con mucha ilusión. Les motiva ver que están acompañado­s de otros colegas como ellos, con los que comparten intereses. ¡El año pasado, una de las chicas se desplazaba cada sábado a Barcelona desde la Sènia!”, recuerda Guinovart.

El principal atractivo de estas prácticas es que no se llevan a cabo en un laboratori­o especial, reservado a los principian­tes, sino que los jóvenes van pasando por los laboratori­os de los investigad­ores rea

les. Y que los experiment­os que ahí realizan suelen estar relacionad­os con las investigac­iones que los doctorando­s están llevando a cabo: utilizan los mismos instrument­os y los mismos protocolos; todo ello adaptado, eso sí, a las capacidade­s de los alumnos y al tiempo de que disponen.

¿MÉDICO O INVESTIGAD­OR?

Los organizado­res del programa reciben unas 400 solicitude­s, que deben ir acompañada­s de la carta del profesor del instituto y otra de motivación. También se deben acreditar buenos conocimien­tos de inglés, el idioma del IRB –donde trabaja gente de una treintena de países– y de los grandes centros de investigac­ión de todo el mundo. Tras entrevista­s personales con 70 u 80 candidatos, se selecciona

LOS JÓVENES VEN SI SE SIENTEN CÓMODOS EN EL LABORATORI­O O PREFIEREN TRATAR CON EL PACIENTE

a los 24 que participar­án en el proyecto. Y quienes entran no se arrepiente­n: “No hemos tenido ninguna baja”, asegura Guinovart, que describe así la tipología del alumno: “Más del 40% quiere ser médico –son la brigada hipocrátic­a– y otro 40% está interesado en las ciencias mé-

dicas básicas. Hay quienes dudan entre ser médico o investigad­or, y aquí ven si en el laboratori­o se sienten completos o les falta el trato con el paciente”. En porcentaje­s menores, los hay que se decantan por la biología de animales, los naturalist­as, y alguno acaba viendo que le interesan más las matemática­s o la física. “Y eso no es malo –asegura Guinovart–: hoy, en la biomedicin­a, no sólo necesitamo­s médicos, biólogos y químicos, sino también físicos y matemático­s”. El IRB, de hecho, tiene ya un programa de verano –Math 4 Life– para atraer estudiante­s de licenciatu­ra.

Tras el éxito del primer Crazy About Biomedicin­e, la fundación impulsó nuevos cursos englobados en el programa genérico Locos por la Ciencia. Cada año se incorporan nuevos pro- yectos: sobre economía, nuevas tecnología­s... “Mi ilusión –confiesa Guinovart– es que, en unos años, en todos los centros de investigac­ión y universida­des de Catalunya, los sábados por la mañana haya Crazys para todo tipo de locos. Es necesario para dar salida a chicos excepciona­les en cuyas escuelas no disponen del material y el equipamien­to que requiere la investigac­ión”.

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IRB Alumnos de Crazy About Biomedicin­e, de laboratori­o en laboratori­o
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