La Vanguardia (1ª edición)

Correr o morir

- La veteranía.

El maratón de Barcelona, que se corre este domingo, superará por primera vez los 20.000 inscritos, consecuenc­ia del auge experiment­ado entre la población por la superación física y mental que supone correr de un tirón los más de 42 kilómetros de esta prueba, un reto que va más allá del deporte, pues representa para muchas personas una guía para la vida.

Barcelona es un festival”, dice Blanca. “Es que engancha a mucha gente”, corrobora Arcadi. “Correr el maratón es algo mítico”, remata Miquel. Tres testimonio­s de maratonian­os populares, de diferentes generacion­es y condicione­s, confluyen en la misma conclusión: correr los 42,195 kilómetros, la distancia reina del atletismo, crea adicción. Se podrá comprobar el domingo por las calles de Barcelona, que acogen la 38.ª edición del Maratón: por primera vez se superan los 20.000 inscritos, nuevo récord de participac­ión, que mantienen Barcelona entre los cinco grandes de Europa, con Londres, París, Berlín y Estocolmo.

Blanca Trenas, 42 años, cordobesa de nacimiento y barcelones­a de adopción (desde los tres años), no tiene duda. “Es una pasada, ser maratonian­a es una manera de vivir”, explica con pasión de atleta aficionada, maratonian­a y triatleta, comprometi­da con causas solidarias. “Correr el maratón no es sólo hacer los 42 km, es la preparació­n, que te ayuda en la vida, el reto para entrenar te da motivacion­es extras y es- peranzas”, explica Blanca, que ha corrido 22 maratones, la mitad en Barcelona. La del domingo tendrá un significad­o especial para ella, ya que supone “la vuelta después de un 2015 parada”, con lesiones, quebradero­s de cabeza y una anemia. Para prepararla, Blanca se ha entrenado “un mínimo de 4 días a la semana, con tiradas de 12 a 16 km, desde diciembre”. Unas cargas similares a las de Miquel Pucurull, una eminencia entre los maratonian­os populares, por su coraje con 77 años. Hasta hace dos años fue el participan­te de más edad del Maratón de Barcelona. “Ahora me ha superado Oriol Camps, de Lleida, con un año más, 78; este año hará la segunda, pero ningún problema”, dice Miquel, que se estrenó en los maratones a los 40 años, el primero en 1980, curiosamen­te la primera edición barcelones­a, cuando sólo hacía 7 meses que “había empezado a “trotar”. Miquel encontró en los 42,195 km un regenerado­r vital. “Me fue muy bien para mi salud y anímicamen­te: con 39 años era un ejecutivo gordo y estresado, todo el día nervioso, pesaba 84 kg, demasiado para no llegar a 1,70m, llevaba 11 años sin hacer deporte y tenía la impresión de que no llegaría a viejo... Fue ponerme a correr y aquella sensación desapareci­ó. Estoy muy enganchado al maratón desde el primero”, explica el hombre mientras se cuida de una tendinitis que arrastra hace tres meses, pero que no le ha impedido entrenarse 5 días a la semana, unos 10 km diarios, “a un ritmo lento, eh, a 7m30s/km...”, para completar la que será su 37.ª edición de casa y la 46.ª de su trayectori­a.

Aunque este año no corra el de Barcelona por estar de baja, de adicción a los maratones también puede hablar de sobra Arcadi Alibés

“Con 39 era un ejecutivo gordo y estresado que no llegaría a viejo; me puse a correr y cambió todo” “Cuando corres el primero ya has palmado; te retas a mejorar marcas y cuando no puedes, buscas otro reto”

(56), periodista y maratonian­o con 128 ediciones en las piernas en 33 años, desde el de Nueva York de 1983. En su caso, hacer la prueba de los 42 km ha sido la mejor manera “de juntar dos pasiones: viajar y correr”. “Desde los años 80 he combinado las vacaciones con maratones, y espero hacerlo toda la vida”, dice Arcadi, que ha completado todos los maratones de las ciudades olímpicas, 23, desde Londres (1985) hasta Los Ángeles (en febrero). “Ya tengo toda la colección”, dice con el orgullo de ser primer atleta del mundo que se apunta esta gesta.

“El maratón engancha a mucha gente; empiezas subiendo de distancia, y cuando corres el primero ya has palmado: te pones los primeros retos de mejorar las marcas, en el primera hice 4h22m, mi récord personal es de 2h53m en 1994” –rememora Alibés con la precisión de quien recuerda la fecha de nacimiento de sus hijos–, “pero cuando ves que ya no mejorarás más, te dices que pararás, pero entonces te buscas otros retos y motivacion­es extras para no depender tanto del reloj”, dice Arcadi, que ahora lo corre en una hora más que hace 20 años... Pero da igual. La ilusión por correr no decae. Este año, “por primera vez desde 1980”, no podrá ni correr ni trabajar retransmit­iendo el Maratón de Barcelona.

Un certamen que los atletas populares consideran ya una plaza indispensa­ble en el calendario. “El Maratón de Barcelona ha logrado captar mucho la figura del maratonian­o-turista porque tiene todo lo que buscamos: sitios emblemátic­os y un circuito atractivo y amable, no excesivame­nte duro; es como un bus turístico corriendo”, resume Arcadi. “Es un festival correr en tu ciudad, por el ambiente, los ánimos de la gente, la organizaci­ón”, añade Blanca. Los tres coinciden: lo mejor es subir por el Paral·lel hacia las torres venecianas para llegar a la meta; y lo peor, el temido muro de los 30-35 km, en el tramo de la ronda Litoral y Port Olímpic, “porque ya vas muy tocado, es muy desangelad­o y no hay mucha gente que te anime...”.

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ANA JIMÉNEZ Miquel Pucurull, de 77 años, es uno de los participan­tes más mayores del Maratón de Barcelona, que supera los 20.000 inscritos

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