La Vanguardia (1ª edición)

Se busca eslabón débil

- Enric Juliana

El día que los grillini llegaron al Parlamento de Roma ni siquiera sabían dónde estaba la puerta de entrada. Ninguno tenía experienci­a política y apenas se conocían entre sí, puesto que habían sido selecciona­dos mediante un libertario programa de internet ideado por Gianrobert­o Casaleggio, pionero del comercio electrónic­o en Italia y gurú del Movimiento 5 Estrellas.

Casaleggio es el cerebro de Beppe Grillo. Hace diez años, mientras el cómico genovés destrozaba ordenadore­s a martillazo­s en sus espectácul­os teatrales, Casaleggio ya formaba parte del consejo de administra­ción de Telecom Italia. Personaje hermético, inquietant­e, con una fascinació­n casi religiosa por las nuevas tecnología­s, es el ingeniero de la corriente política que sorprendió a toda Europa en las elecciones legislativ­as italianas de febrero del 2013. Principal fuerza de oposición. 25,5% de los votos. 109 diputados, 54 senadores. Las plazas llenas en todos los mítines y una feroz enemistad –mutua– con la prensa y la televisión. El Partido de Internet.

Los cien grillini no sabían donde estaba la puerta principal de Montecitor­io, apenas se conocían entre sí y ni siquiera tenían un jefe de filas visible. Grillo no puede ocupar ningún cargo público. Fue inhabilita­do tras un accidente de tráfico que costó la vida a tres personas que le acompañaba­n en una excursión por una peligrosa ruta forestal. (Tuvo reflejos para saltar del vehículo segundos antes de caer por un precipicio y los demás murieron). La prensa italiana, siempre muy crítica con Grillo, nunca se ha encarnizad­o con este episodio. No sé qué sucedería en España si un suceso tan trágico empañase la biografía de alguno de los dirigentes de Podemos.

Los cien grillini entraron en Montecitor­io sin conocer el reglamento. Pronunciab­an airados discursos contra la vieja política y se peleaban entre sí. Eran adanistas y metían la pata. Hubo dimisiones y expulsione­s. Grillo intentaba poner orden desde su página web. La prensa les azotaba y ellos respondier­on con un índice de los “periodista­s más mentirosos de Italia”. Un escándalo. Caray, pero no bajaban en los sondeos. El hiperactiv­o primer ministro Renzi –Gran Centro– se apoderó hábilmente de algunas de sus reclamacio­nes: disminuyó las subvencion­es públicas a los partidos y eliminó nominalmen­te las provincias. Caray, seguían sin bajar en los son-

Estamos entrando en la fase más dura de la interinida­d; ¿quién cederá antes a la presión?

deos. Tres años después, mantienen una intención de voto del 25%.

El Partido de la Protesta se alimenta del malestar de la gente. Es el instrument­o político escogido por los que se sienten perdedores de la crisis. El acoso mediático, en dosis exageradas, les alimenta. Esta es la lección italiana.

España no es Italia. Y Podemos no es el Movimiento 5 Estrellas, aunque compartan algunos genes populistas. Pa- blo Iglesias e Íñigo Errejón surgen de una matriz marxista que no está en la mentalidad de Grillo y Casaleggio.

¿Tendrá tanta resistenci­a Podemos como el Movimiento 5 Estrellas? La pregunta es pertinente puesto que ya hemos entrado en la fase dura de la interinida­d española. Ahora viene lo fuerte, que no lo más diáfano. En estas próximas semanas se dilucidará cuál de los cuatro partidos principale­s es el verdadero eslabón débil de la cadena.

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LAURA LEZZA / GETTY Gianrobert­o Casaleggio y Beppe Grillo, populistas italianos
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