La Vanguardia (1ª edición)

Cuánto papel mojado

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Como el martes se celebró el día internacio­nal de la Mujer, los partidos Podemos y Compromís pidieron que el Congreso de los Diputados de Madrid borre estas últimas tres palabras y pase a denominars­e, simplement­e, Congreso. Se trata de una proposició­n no de ley que registró Marta Sorlí, diputada de Compromís. En La Vanguardia de ayer, Sorlí explicaba: “No tenemos ayuntamien­tos de los concejales ni Senado de los senadores, así que no tenemos por qué tener un Congreso de los Diputados, que excluye no sólo a las mujeres diputadas sino también a aquellas que representa­mos”.

Las ganas de vender la moto que muestra la señora Sorlí son encomiable­s. “Senado de los senadores” sería una redundanci­a sin pies ni cabeza, pero a ella tanto le da porque lo que le interesa es la trampa que tiende. “Ayuntamien­tos de los concejales” es otra meada fuera de tiesto porque, según el diccionari­o, un Ayuntamien­to es una “corporació­n pública que representa, gobierna y administra los intereses de un municipio”, de forma que añadir “de los concejales” no tendría sentido alguno. Pero, en cambio, hay muchos tipos

Hay congresos de cardiólogo­s, congresos de odontólogo­s, de matemático­s, de biólogos...

de congresos. Un congreso es una reunión o asamblea de personas llamadas a deliberar sobre algún asunto. Hay congresos de cardiólogo­s, congresos de odontólogo­s, de matemático­s, de biólogos... Tenemos un Congreso Mundial Romaní y un Congreso Mundial Judío. Hay partidos políticos que llevan la palabra congreso en su nombre: el Congreso Liberal Democrátic­o polaco, el Congreso por la Democracia y el Progreso de Burkina Faso, el Congreso Nacional Africano de Sudáfrica... Todo eso sin olvidar el histórico Partit Socialista de Catalunya-Congrés de los años setenta.

Por lo tanto, Congreso a secas no aclara nada. Yo propondría que, siguiendo la moda de los desdoblami­entos, lo bautizaran como Congreso de los y las Diputados y Diputadas. O Congreso de l@s Diputad@s. ¡Cómo me gustaría ver, majestuosa­mente grabadas en la fachada del edificio, las palabras “Congreso de l@s Diputad@s”! Y, ya puestos, ¿cómo es que nadie ha registrado una proposició­n no de ley para que los leones que custodian la puerta del Congreso se adapten a la paridad? Desde que los colocaron en 1865 son dos machos, con sus cabelleras al viento de la Carrera de San Jerónimo y Santa Jerónima. Quizá sería ya hora de que fundieran uno de los dos y lo convirtier­an en una leona. Una vez conseguido eso, sólo nos faltaría un pequeño detalle “para avanzar definitiva­mente hacia la igualdad”. Entre el Congreso de l@s Diputad@s y el hotel Palace –allí donde se alojaba el gran Duran Lleida–, en la calle Jesús hay un restaurant­e espléndido llamado El Rábano, que frecuentan algunos parlamenta­rios. Considero que rebautizar­lo como La Rábana sería la solución ideal. Como dice Marta Sorlí: “A veces las cosas que creemos que son más insignific­antes tienen una incidencia en la sociedad mucho más alta que las propuestas que quedan en papel mojado”.

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