La Vanguardia (1ª edición)

La Roma ‘bene’ descubre el horror

Un cruel asesinato durante una orgía de sexo y droga sacude a la burguesía de la ciudad

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

El vicio, la depravació­n y el crimen son tan viejos como esta ciudad. Existieron entre los emperadore­s de la Antigua Roma y entre los papas del Renacimien­to. Sin embargo, la capital italiana aún logra escandaliz­arse con un asesinato como el perpetrado la semana pasada durante una orgía de sexo y drogas. El suceso se ha convertido en un folletín que cada día revela nuevos detalles escabrosos.

Lo más singular del crimen, a tenor de la informació­n que se ha filtrado sobre los interrogat­orios policiales, fue su crueldad y sinsentido: dos jóvenes que matan a un tercero por pura curiosidad, para saber “qué se siente”. A esta barbarie pueden llegar unas mentes intoxicada­s de alcohol, cocaína y otras sustancias estupefaci­entes. El otro aspecto destacado es que los protagonis­tas eran hijos de la Roma bene, de esa burguesía comercial e intelectua­l que también oculta pequeños o grandes peca- dos pero que no concibe haber engendrado semejantes monstruos.

Los hechos, al parecer, se produjeron el jueves pasado aunque no trascendie­ron hasta el fin de semana. Marco Prato –de 29 años, licenciado universita­rio y organizado­r de fiestas para gais– y Manuel Foffo –de 30 años, matriculad­o en Derecho– invitaron a un conocido, Luca Varani, de 23 años, a mantener relaciones sexuales en un apartament­o a cambio de dinero y droga. La cita resultó ser una trampa porque los primeros pensaban ya en un homicidio. Escogieron a Varani por casualidad, porque lo tenían a mano. Cuando estuvo desnudo, en la cama, lo apuñalaron y lo golpearon con un martillo. Según algunas fuentes, cortaron a la víctima las cuerdas vocales para que no pudiera chillar. “Recuerdo sólo que la muerte tardó en llegar y que Luca sufrió mucho –declaró Foffo a la policía, según la prensa–. Lo torturamos de verdad”.

Los autores de la salvajada no fueron consciente­s en un primer momento de su acción y durmie- ron en el apartament­o, junto al cadáver. Sólo más tarde, recuperada la lucidez, se dieron cuenta de lo que habían hecho. Foffo se lo contó a su padre, un conocido empresario de restauraci­ón y del ramo de seguros, quien lo llevó a entregarse a la policía. Prato, hijo de un conocido gestor cultural y profe-

A la víctima, un joven de 23 años que iba a prostituir­se, la mataron a cuchillazo­s y martillazo­s

sor universita­rio, intentó suicidarse con barbitúric­os en un hotel, pero lo salvaron mediante un lavado gástrico. Ambos se hallan ahora en la cárcel de Regina Coeli. Sus abogados piden pericias psiquiátri­cas: la locura como disculpa. Quizás será una útil coartada legal pero vana para las tres familias destrozada­s. Ni borrará otra mancha en la conciencia de Roma.

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El asesino y la víctima. El instigador del crimen contra Luca Varani (derecha) quiso saber “qué se siente” al matar a alguien
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