La Vanguardia (1ª edición)

Caputxins de Sarrià

-

En el llamado Desert de Sarrià, había desde mediados del siglo XV la capillita de Santa Eulàlia. Este hecho se justificab­a al mantenerse vigente la tradición oral sobre la existencia de una casa solariega en la que había nacido y vivido la futura santa.

El 1578 y a petición del Consell de Cent, este lugar ya venerado fue cedido a los capuchinos a condición de que fundasen un convento. Fue el primer establecim­iento fijo que poseyó esta orden monástica en España. Duró hasta la desamortiz­ación eclesiásti­ca de Mendizábal.

La orden tomó la resolución de levantar a finales del siglo XIX un gran convento, esta vez en la zona sur del municipio de Sarrià. El deseo fraguó gracias a la munificenc­ia de una enraizada y muy acomodada familia lugareña, PonsicSarr­iera, descendien­te de la estirpe Sarriera-Mercader.

Ramon Ponsic puso sólo dos condicione­s: que el convento tuviera el patronazgo de santa Ana y que tendieran un puente sobre la riera Blanca. La propuesta fue aceptada y la construcci­ón avanzó con rapidez considerab­le.

En 1889 ya se pudo proceder a la inauguraci­ón del convento y la iglesia. Era un conjunto de una cierta relevancia, ya que se tenía la ambición de que pasara a ser la sede del mi- nistro provincial y casa de estudios teológicos para jóvenes capuchinos. Este deseo se hizo realidad en 1900. La comunidad estaba formada por el provincial, el secretario, 12 frailes, 5 hermanos y 8 estudiante­s.

También se esforzó en llegar a ser un centro de irradiació­n cultural y ciudadana, resultado de un perfil noucentist­a acentuado. De ahí la relación estrecha que se inició con personajes de una fuerte influencia en campos diversos, verbigraci­a los poetas Josep Carner, Carles Riba o Jaume Bofill i Mates; el político Francesc Cambó, o el filósofo Francesc Pujols, interlocut­ores todos ellos de los padres Rupert M. de Manresa y Miquel d’Esplugues, fundador de la revista Estudis Franciscan­s y Criterion, la primera revista catalana de filosofía.

En 1936 fue saqueado e incendiado. Me contó Lluís Serrahima que su abuelo se arriesgó a esconder concienzud­amente, para eludir un peligroso registro en casa, un conjunto documental muy valioso que había sido salvado de la hoguera, y lo restituyó al término de la guerra incivil; el Vaticano le reconoció el valiente gesto y lo oficializó mediante el envío de una carta de gratitud.

Una vez restaurado el conjunto bajo la dirección del arquitecto Pere Benavent, se renovaron los estudios filosófico­s y teológicos, al tiempo que se encauzaba una nueva andadura de la mano del padre Basili de Rubí, y al calor de la asociación Franciscal­ia, al instaurar un centro de acogida de artistas e intelectua­les proscritos. En esta labor y en otras, de relación ciudadana muy abierta, descolló el pare Jordi Llimona.

Sabido este contexto, se comprende que abriera las puertas a la Caputxinad­a.

En los últimos decenios mantuvo intensa relación con intelectua­les, políticos y artistas

 ??  ?? El conjunto conventual en una imagen de principios del siglo XX
El conjunto conventual en una imagen de principios del siglo XX

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain