Del Palau al Palace
Tiempo de cambios. El premio Ramon Llull se trasladó del Palau de la Generalitat al Palace Hotel y en lugar del habitual “acto solemne presidido por el president”, una tertulia sin discursos políticos. El conseller de Cultura, Santi Vila, comentaba, ya con una copa de cava en la mano, el relevo en la dirección general del Institut de Creació i Empreses Culturals. “Me hubiera gustado que se quedara Jordi Sellas, pero tenía en mente varias ofertas. En Semana Santa daremos el nombre de su sustituto”, dijo el conseller, que da por confirmada a Laura Borràs en la Institució de Lletres Catalanes, y se mostraba optimista sobre el suspirado aumento presupuestario para Cultura, “si al final tenemos presupuesto”.
Manuel Forcano, nuevo director del Institut Ramon Llull, mostraba una afonía aguda. No la simulaba para escabullir las preguntas sobre qué planes tiene para el Institut y cómo concretará el cambio de mirada: ahora mirará hacia los países mediterráneos, y él, gran conocedor del árabe y del hebreo, prometió que presentaría su programa a finales de mes. Forcano también es un excelente poeta, está ultimando con Te- resa Colom el programa de la Setmana de la Poesia. “No puedo adelantar nombres, sólo decir que habrá un poeta catalán, otro valenciano y cuatro extranjeros. Y que Llull tendrá presencia”.
Albert Pèlach, director general de Enciclopèdia Catalana, se mostraba preocupado porque la iniciativa de crear dos editoriales nuevas en competencia con Planeta, sus socios en el Grup62, se malentendiera. “Mientras mantengamos nuestra relación, apoyaremos de forma decidida los sellos de Grup62. Y respecto al premio Sant Jordi, seguiremos defendiendo con Òmnium que lo publique Proa”. El proceso de debate interno que hay en Òmnium sobre cómo reformular el premio Sant Jordi una vez que acabe el contrato que lo vincula con Proa era una de las comidillas de los invitados que llenaban las salas del antiguo hotel Ritz.
El diplomático y escritor Carles Casajuana anunciaba próxima novela. “Será sobre el triste y desgraciado retorno de Josep Carner a Catalunya en 1970. Fueron cuarenta días y Carner, que antes de la guerra era toda una patum, se vio centro de las críticas. Òmnium , estando él en Barcelona, dio el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes a Pere Quart, y muchos, como Espriu, le reprocharon su regreso, porque querían que fuera un símbolo de la resistencia, como Josep Tarradellas. Ya tenía demencia vascular y cuando salió de nuevo de Catalunya, murió al cabo de dos semanas”.
Víctor Amela es el premiado este año con la bolsa de 60.000 euros que da Planeta.
–Oye, Víctor, de verdad, ¿en qué idioma escribiste la novela del Ramon Llull?
–¡En catalán! –contesta–. Empecé a escribirla en castellano, como había escrito hasta entonces todos mis trabajos periodísticos y todos mis libros, pero cuando escribía los diálogos de los personajes, me salían en catalán occidental, en forcallano. –¿Sin ayuda? –Me costó mucho. Escribía y reescribía y poco a poco me sentí implicado. Sí he de reconocer que pedí ayuda a una prima mía, del Forcall, filóloga, pero sólo para los diálogos, no para la narración. –¿Volverás a escribir en catalán? –¡Ah! Eso no lo sé.
Albert Pèlach, de Enciclopèdia Catalana, dice que su grupo seguirá apoyando que el premio Sant Jordi lo publique Proa