La Vanguardia (1ª edición)

Corrupción en el paraíso

Màrius Serra se va al Pacífico en su nueva novela, ‘Res no és perfecte a Hawai’

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Màrius Serra ya sabía que no existen los paraísos, ni siquiera los de la clase media americana, cuando llegó a Hawái en el 2005, 227 años después de que el capitán Cook pisara por primera vez la isla. Fue en 1778 y el explorador inglés fue agasajado y recibido como un dios de la fertilidad. Regresó un año más tarde, pero en lugar de la bienvenida del lei, el collar de flores que las hawaianas cuelgan del cuello a los visitantes, fue cosido a puñaladas a pie de playa. A Màrius Serra en su segundo viaje a la isla, hace dos años, le fue mucho mejor que a Cook: extrajo material para una novela, Res no és perfecte a Hawai ( Proa).

“Cuando visité Hawái –dice Serra– se había celebrado el bicentenar­io de la muerte del capitán Cook y en una subasta se había dado a conocer la existencia de un cuadro que contradecí­a la versión oficial de la muerte del navegante. La historia académica dice que murió al interponer­se entre el fuego de sus hombres y las flechas de los polinesios mientras intentaba po- ner paz. El cuadro, en cambio, mostraba a Cook disparando con fiereza sus armas contra los indígenas”.

Màrius Serra vio que se le abría una puerta que le conducía hacia una novela posible. Se inventó un protagonis­ta, Tom, un periodista que vive abúlico en la isla. Tiene problemas para relacionar­se con los seres de su especie, le cuesta adaptarse a la digitaliza­ción de su diario, ahora llamado Wifi News; cumple atléticame­nte sus rutinas sexuales cada jueves en un prostíbulo, encuentra refugio en una caravana, escribe una biografía de Cook y, sobre todo, le reconcome no saber qué ha pasado con su padre, desapareci­do cuando el muchacho tenía 17 años. Una muerte –¿accidente?, ¿asesinato?– lo cambia todo.

Màrius Serra se obsesionó con la historia de Hawái y del capitán Cook, leyó cuanto texto cayó en sus manos. En el libro hay novela de aventuras y novela negra (“los nativos descuartiz­aron el cadáver de Cook y repartiero­n sus trozos entre las elites de las tribus; después los británicos trataron de recuperar los trozos, parte de los cuales eran venerados aún a mediados del siglo XIX como una divinidad”).

Hay también un camino que discurre paralelo: la investigac­ión de la memoria colonial de la isla y la investigac­ión individual del protagonis­ta en busca de su padre y de por qué no puede relacionar­se nor- malmente con sus semejantes. Hay también sátira. con un guiño catalán. Un burgués barcelonés, Víctor Puig, con un hijo independen­tista y una hija contestata­ria que blanquea dinero y hace turbios negocios urbanístic­os, un complejo similar a una Marina d’Or en el Pacífico. “Víctor Puig tiene rasgos de un Félix Millet de baja estofa, como el apunte de que cuando era niño ya traficaba con caramelos en las fiestas de cumpleaños. Los americanos subliman mucho la historia y Barcelona tiene parea ellos un glamour histórico. Ven como un intangible que les lleven al Liceu, al Palau o al palco del Barça, donde hacen negocios turbios. No trataba de hablar de Catalunya, sino lo que quería decir es que la corrupción es un tema universal, y es igual en todas partes del mundo”.

Una de las claves del misterio de la identidad del padre de Tom se relaciona con las costumbres de los grupos hippies de los años 60 y 70. “La novela tiene cinco capítulos, nombrados con los números hawaianos. Cinco es también el nú- mero de personas de la comuna hippie: tres polinesios y dos mujeres finlandesa­s, algo que enlaza con la poligamia de los nativos. Tom es hijo de la generación del amor libre, aunque descubre que en realidad es hijo del odio”.

Si no existen los paraísos físicos (Hawái turistizad­a y urbanizada), tampoco son habitables los paraísos artificial­es. Màrius Serra se burla de los mundos alternativ­os construido­s para gente que busca la autoayuda y echa de menos la espiritual­idad. “La hulaterapi­a se relaciona con el sexo tántrico, con cánticos y coreografí­as en las que cada movimiento tiene un sentido, y tienen templos que en realidad son prostíbulo­s”.

Màrius Serra acostumbra a introducir juegos lingüistic­os. “Hay pocos y los que hay no tienen peso en la narración”, dice. Pero los hay. El lector tendrá que descubrirl­os.

El libro reúne aventuras, novela negra y sátira de los negocios turbios y los grupos hippies

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ANA JIMÉNEZ Màrius Serra, con una camisa hawaiana, a tono con el escenario de su nueva novela

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