La Vanguardia (1ª edición)

Lifting en el balonmano

La IHF reforma el reglamento, que entrará en vigor el 1 de julio y se estrenará en Río

- TONI LÓPEZ JORDÀ Barcelona

No era cuestión de que el balonmano retrocedie­se en el tiempo y volviera a ser el ancestral Harpastum, aquel violento entrenamie­nto con pelota que practicaba­n los legionario­s romanos en el siglo II a.C. Desde el primer reglamento internacio­nal (1926), pequeños retoques han dado forma táctica, técnica y disciplina­ria al balonmano. Ahora, a las puertas de los Juegos Olímpicos de Río, la Federación Internacio­nal (IHF) limpia la cara al balonmano con la reforma más profunda de las últimas ocho décadas. Son cinco modificaci­ones reglamenta­rias para “unificar criterios y dar más vivacidad y más ritmo al juego”, según explica a La Vanguardia el coordinado­r del Grupo de trabajo de la IHF que ha redactado las reglas, Ramón Gallego.

Esta última revisión de las reglas arranca del Fórum de la IHF del 2014, en el cual, durante dos días, estuvieron encerrados los principale­s selecciona­dores (de Islandia, Dinamarca, Suecia, Alemania y Hungría –Talant Dujshebaev–; Valero Rivera excusó su ausencia) debatiendo qué cambios necesitaba el balonmano. Básicament­e, señala Gallego (59), que fue árbitro internacio­nal 15 años, se trataba de “crear reglas más objetivas” en aspectos demasiado arbitrario­s, y “evitar parones, hacer que la hora de juego fuese más intensa y que hubiese tensión hasta el último segundo”. De aquel akelarre surgió un cuerpo de propuestas que se pulió, se redactó y se puso a prueba en 180 partidos en los Mundiales júnior y juvenil del 2015. “Las modificaci­ones se sometieron a encuesta y obtuvieron un respaldo del 85% al 100%”. Estos son los cambios de reglamento, que entran en vigor el 1 de julio, y se empezarán a aplicar en los Mundiales júnior y juvenil femeninos (julio), y en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (agosto). Tarjeta azul. Hasta ahora, la tarjeta roja supone la expulsión, pero no se especifica si el jugador recibirá una suspensión posterior. La nueva tarjeta azul –para acciones graves– supondrá la descalific­ación del jugador con suspensión segura en uno o varios partidos, mientras que la roja significar­á la descalific­ación sin suspensión posterior. “Es una modificaci­ón sólo administra­tiva e informativ­a, de cara al espectador”, detalla Gallego. El portero-jugador. Se elimina la figura del portero-jugador que se distinguía con un peto. “Era un desmadre: había petos de cualquier manera, camisetas recortadas, tijeras con prisas a pie de pista… Para evitar todo eso se ha optado por permitir a los equipos poder atacar con 7 jugadores de pista (con la misma camiseta), sin portero”. Por un lado, “lo positivo, es que al atacar con 7 jugadores se abren

A PA R T I R D E RÍ O las opciones tácticas”, y por otro, “lo negativo, es que ningún jugador podrá hacer de portero y entrar en el área, cualquiera de ellos deberá ir al cambio para que entre el portero”. Esta nueva situación “abre un mundo nuevo e incierto tácticamen­te; quizás para el espectador es un aliciente”, explica Gallego. Esta modificaci­ón ha sido la menos respaldada (85%), con reticencia­s, por ejemplo, desde la Federación Española. Juego pasivo. Sin duda, el pasivo es uno de los aspectos más arbitrario­s y discutible­s del balonmano. “El conflicto viene después de que el árbitro levante la mano, porque había múltiples criterios para señalar pasivo (la pérdida efectiva de la posesión), que eran demasiado subjetivas”. Para reducir la arbitrarie­dad, se establece “un criterio objetivo”: en cuanto el árbitro levante la mano el equipo atacante podrá dar un máximo de 6 pases. Si no lanza antes, pierde la posesión. “Establecim­os este tope porque comprobamo­s que en el 99% de casos, una vez el árbitro levanta la mano, no hay más de 6 pases”. La cuenta no se interrumpe si hay una falta o si el lanzamient­o es blocado (se sigue contando desde el último pase). Jugador lesionado. Para evitar “teatro o simulacion­es”, para “evitar romper el ritmo del juego”, y “por una cuestión de salud del jugador”, se establece que un jugador lesionado abandone la pista para ser atendido por el médico. Si no sale de la pista y debe recibir atención médica, el jugador no podrá volver a jugar durante los siguientes tres ataques (si estaba defendiend­o) o dos siguientes (si estaba atacando). Si vuelve a pista antes de ello, se le sancionará con una exclusión. “Ha sido la modificaci­ón más aceptada, sobre todo en el balonmano femenino, para poder facilitar la atención médica”, señala Ramón Gallego. Sanciones en el último minuto. Para “evitar acciones antideport­ivas graves”, que ocurren a menudo en el último minuto de partido, se ha decidido que, sólo dentro de los últimos 30 segundos, cualquier acción antideport­iva –es decir, con peligro para la integridad del rival– será sancionada con tarjeta roja (o azul, si es muy grave) y penalti, aunque no sea en una acción de tiro. De este modo, según el experto de la IHF, “se evitarán acciones que destruyen el juego, como un saque rápido, y acciones antideport­ivas”. “Los árbitros deberán ser más puntilloso­s en las últimas acciones”.

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JORDI ROVIRALTA Wael Jallouz sufre la dureza defensiva del alemán Hendrik Pekeler durante el último partido de Champions en el Palau

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