El futuro de los frutos secos
Aperitius Catalans, de Piera, factura 1,5 millones, y aspira a controlar el producto del árbol al consumidor
Josep Maria Térmens Pujol tenía catorce años cuando le pidió a su abuelo que le acompañara a Reus, porque intuía que allí sacaría mejor precio para las avellanas que recogía en los campos de la familia en Piera. Eso fue hacia 1960, y pocos años después Térmens ya compraba los frutos secos de los campos vecinos, y en el garaje de su casa en Piera empezó a elaborarlos. “Tostaba las almendras de noche, y salía a venderlas de día”. Así surgió Aperitius Catalans SL, la empresa de frutos secos que vende con las marcas Térmens y Frusnack: en 2015 facturó cerca de 1,5 millones de euros, explica, de los cuales la mitad corresponden a exportación. “Hace treinta años empecé a salir a vender fuera: ¡cuántas peripecias, y sin saber idiomas!”, dice Térmens. “Pero el producto catalán resulta fiable en el extranjero”. Actualmente vende en Reino Unido, en Alemania, y acaba de empezar en Japón.
Térmens asegura que “compramos directamente a los agricultores en Catalunya”. Sus productos estrella son la almendra, la avellana, el piñón o las nueces, que vende tostados, salados, caramelizados: entre productos, procesados y envasados, un total de 400 referencias.
La empresa, que emplea a siete personas, es propiedad de Térmens y su hermana; ninguno de los dos tiene descendencia. “Yo he sido muy atrevido, pero no ha sido fácil. Mi ilusión es seguir creciendo”. Su última prueba ha sido abrir un pequeño córner de la marca dentro de un supermercado en Barcelona. “Tenemos que ir del árbol hasta el consumidor”. Entre semana dirige la empresa, los fines de semana está en la tienda que tienen en Piera. “Es mi vida, lo que me gusta”, dice Térmens. Pero ya ha empezado a buscar un socio que asegure la continuidad a la compañía: ley de vida.