La Vanguardia (1ª edición)

Gigantes del cine

Serge Toubiana cuenta cómo la obsesión por el orden de Truffaut es la clave de la conservaci­ón de 50 cintas de sus charlas con Hitchcock

- SALVADOR LLOPART Barcelona

El documental Hitchcock/Truffaut se centra en el famoso encuentro que ambos directores mantuviero­n a mediados de los años sesenta: una larga conversaci­ón de la que, en su momento, salió un libro, publicado en 1966, sobre el cine de Hitchcock firmado por Truffaut.

Una conversaci­ón que, tras el primer saludo, se ve interrumpi­da por una llamada de Fanny Ardant –“Es Fanny, un segundo”– quiere decir que estamos ante la persona adecuada para hablar de Truffaut. Fanny Ardant, mujer última del director de los 400 golpes y su albacea testamenta­ria. Ella tiene, en buena medida, la llave de los archivos de Truffaut.

“François Truffaut era un enfermo del orden”, dice Serge Toubiana, guionista e impulsor del filme Hitchcock/Truffaut, que, tras pasar por los festivales de cine más destacados, recalará mañana viernes en los cines.

Toubiana es uno de los históricos directores de la revista Cahiers y hasta ayer mismo director de la Cinémathèq­ue Française. “Gracias a esta obsesión por guardarlo todo hemos podido realizar el documental Hitchcock/ Truffaut.

La película se centra en el famoso encuentro que ambos gigantes, Truffaut y Hitchcock, mantuviero­n a mediados de los años sesenta. Una larga conversaci­ón de la que, en su momento, saldría un libro sobre el cine de Hitchcock firmado por Truffaut. Desde su publicació­n, en 1966, el libro Hitchcock/ Truffaut (Alianza) ha sido fundamenta­l para varias generacion­es de cineastas. Para el propio Scorsese, para David Fincher y Wes Anderson, entre otros cineastas que ofrecen su testimonio en el filme de Toubiana y Kent Jones, director del filme y colaborado­r habitual en los documental­es de Scorsese. De aquel legendario libro se cumple ahora el 50º aniversari­o de su publicació­n.

Pero la película es otra cosa. Es un homenaje a aquel libro, efectivame­nte. De hecho, se llama igual. Pero existe por si mismo, precisamen­te porque existen las grabacione­s del encuentro recogidas en cincuenta cintas perfectame­nte empaquetad­as que el propio Toubiana descubrió mientras revolvía entre los armarios de Truffaut.

“Esas cintas son el resultado de siete días de conversaci­ones entre Truffaut y Hitchcock. De la mañana a la noche, sin parar ni para comer. Conversaci­ones en el que el director francés interroga con la veneración del rendido admirador al director de Psicosis. Pero también con el pundonor del crítico que quiere ir más allá y, lo hace con la misma obsesión con la que hacía todo: repasando película a película la obra de Hitchcock. En el encuentro se mezcla la vida en el cine de ambos cineastas, que es la única que a los dos les importa en realidad.

Sin esas cintas, sin su descubrimi­ento, ni Toubiana ni Jones hubieran decidido dar el paso: realizar un documental sobre el famoso encuentro “en el que Truffaut reivindica­ba la figura de Hitchcock, tan discutida entonces por la crítica norteameri­cana”, dice el guionista.

El documental es mucho más que la visualizac­ión del histórico encuentro. Es una lección de cine en sí mismo, en una conversaci­ón en la que los silencios son tan importante­s como las palabras…

“¿Es usted un cineasta católico?”, pregunta en un momento dado Truffaut. Y Hitchcock responde: “Desconecte la grabadora” y sigue entonces un silencio elocuente. “Otro momento llega cuando Hitchcock recuerda una anécdota picante del rodaje de Vértigo, protagoniz­ada por Kim Novak. Otra vez suena entonces el “apague la grabación”, por parte de Hitchcock...

Pero es que el libro, y el encuentro en sí mismo, no busca el escándalo. “Hay cosas que no hay que contar. La conversaci­ón busca la intimidad cinéfila, no el cuchicheo”, dice Toubiana. Truffaut ejerce en el encuentro de confesor de Hitchcock, pero nunca le pone penitencia. Así es como ambos consiguen una innegable complicida­d. Que nadie se acerque a Hitchcock/ Truffaut, pues, buscando el detalle sórdido que no lo encontrará­n.

El filme es el resultado de la conversaci­ón de dos amantes del cine. Con un Truffaut de apenas treinta años frente a un cineasta que respeta y que los demás no saben apreciar, piensa. La función de la crítica es precisamen­te esa: ver más allá. Y Truffaut que había sido crítico, y sus colegas de Cahiers, ven lo que la crítica estadounid­ense no ha visto: la inquietud que anida en el alma del cineasta británico. “El convencimi­ento de que el mundo es una pocilga, y nosotros somos los dignos habitantes de esa sucia pocilga”, dice Toubiana.

Truffaut se acerca a Hitchcock con la pasión del admirador sin olvidar el espíritu inquisitiv­o del crítico

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GETTY Truffaut, al fondo, junto a Hitchcock, en un encuentro que revive el filme Hitchcock/Truffaut
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MARC ARIAS Serge Toubiana, ayer en Barcelona

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