El compromiso de la universidad
Tantas instituciones han perdido autoridad! Autoridad moral. Una de las pocas que la conservan es la universidad. Pero están pasando cosas importantes ante las cuales la universidad no se pronuncia ni parece darse por enterada. Sucede que Europa está sacudida por la crisis de los refugiados, el resurgir de los regímenes autoritarios y el estancamiento de la economía, con vuelta otra vez a la crisis. Sucede que España tiene una grave crisis institucional, un profundo problema de corrupción y unos índices de paro y pobreza más que preocupantes. Pero las universidades no ofrecen su parecer y horizonte de solución de estos y otros enormes asuntos.
La universidad no tiene el deber de pronunciarse cada dos por tres. Pero ante la situación europea y nuestra debería decir algo. Está preparada para hacerlo y posee autoridad moral. No ha de tomar partido, pero ha de comprometerse con la sociedad que la sostiene y a la que sirve, con la formación humana, profesional y ciudadana, por un lado, y con la investigación científica, por el otro, contribuyendo al conocimiento y el bienestar de todos. La comunidad universitaria puede opinar a través, por ejemplo, de sus asociaciones, grupos de estudio y fundaciones, incluso desde el claustro universitario o el consejo social. El conocimiento no sólo sirve para entender el mundo, sino para transformarlo. Lo defienden así las buenas universidades. Pero nosotros no acabamos de asumirlo. Por inercia y tradición, somos reservados con la crítica y el debate democrático. No obstante, de palabra defendemos el compromiso.
Pues póngase en práctica. Ciencia con conciencia; conocimiento más valores. Ciencia y humanidades existen para el ser humano y para hacernos humanos. El mayor y mejor compromiso de la universidad es enseñar a cambiar el mundo y no sólo a entenderlo. Del estudiante esperamos que se prepare sobre un tema; pero eso no basta. Tiene que hacerlo para intervenir en el tema. El alumno ha de tener criterio propio, saber argumentar e ingeniar alternativas. Así se forma a los estudiantes de bachillerato y universidad de otros países con más tradición librepensadora y sentido proactivo de la educación.
Si vamos hacia la sustitución del saber por el aprender, enseñemos, junto a tantas habilidades y competencias que esperamos hoy del estudiante, la capacidad para pensar por uno mismo, debatir y ayudar a cambiar el mundo con el conocimiento. Si la universidad no lo enseña así, ¿quién lo hará?