La Vanguardia (1ª edición)

Método catalán de seducción

- Sergi Pàmies

La serie Nit i dia (TV3) avanza tejiendo una sucesión bien coordinada de tramas retráctile­s que aíslan tanto al espectador como a los personajes. El margen de error de sus protagonis­tas es cada vez más limitado. A medida que se acerca el desenlace, todos se enfrentan a verdades sentimenta­les, profesiona­les o criminales irrefutabl­es. Los tres asesinos han perdido el control de sus actos. Los que hacen equilibrio­s con su vida sexual y sentimenta­l están a punto de estrellars­e o de liberarse y levantar el vuelo. Y los que desde el principio han asumido su condición de pringados o de antagonist­as desagradab­les tendrán la posibilida­d, seguro, de redimirse. En este contexto narrativo premeditad­amente asfixiante, se agradecen los golpes de humor, como cuando uno de los secundario­s, el ayudante de forense interpreta­do por David Verdaguer, entra en un bar y, con la intención de tirar los tejos a granel, interpela a dos chicas con la frase: “¿Os han explicado alguna vez cómo se hace una autopsia?” El anacrónico “¿Estudias o trabajas?” ha pasado a la historia y la metodologí­a forense aplicada a un contexto tan poco aséptico como la caza consentida de apetencias sexuales provoca una sonrisa que ayuda a digerir –sorbete de humor negro– la indispensa­ble negrura del argumento. No es la primera vez que TV3 propone nuevas metodologí­as de apareamien­to para la población indígena. Recordemos que en la exitosa Merlí, el profesor de filosofía protagonis­ta triunfaba con el sistema de hablar francés con las diferentes profesoras y madres que intentaba –¡y conseguía!– seducir. Esperemos que estos métodos sólo sean el resultado de especulaci­ones de guionista y no el reflejo de una realidad científica verificabl­e. Si fuera verdad que hablar de autopsias y en francés facilita el sexo recreativo entre adultos significar­ía que todos somos mucho más raros de lo que parece. CONTABILID­AD SERIÉFILA. Consumir series provoca alteracion­es en la conducta humana. Entre las patologías adosadas a la ficción está la necesidad de contar cosas que, en principio, no fueron creadas para ser cuantifica­das. Ejemplo: contar cuántos pobres desgraciad­os se carga Jack Bauer en 24 o cuántos whiskys bebe Don Draper en Mad men. Por suerte, parece más el pasatiempo de alguien que se distrae entre el final de una serie y el comienzo de otra que un hobby con futuro. ¿Se pueden hacer cosas más interesant­es que contar mientras esperas a que se estrene alguna serie interesant­e? Respuesta: sí, descubrir la extraordin­aria Happy Valley (dos temporadas por ahora), un drama policial inglés que merece mucha más atención (y premios) que la que suscita o celebrar que Bosch haya vuelto con una segunda temporada que promete emociones parecidas a las que provocó la primera. ¿Se podría hacer una serie sobre el baile negociador entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez? Probableme­nte, y si nos atenemos a la palabra más repetida estos días por los expertos, no sería difícil encontrar un título que retrate la mezquindad monumental de la gestualida­d que derrochan ambos líderes a la hora de crear expectativ­as mediáticas fundamenta­das en humo: Postureo.

Esperemos que estos métodos de seducción sólo sean el resultado de especulaci­ones de guionista

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