Método catalán de seducción
La serie Nit i dia (TV3) avanza tejiendo una sucesión bien coordinada de tramas retráctiles que aíslan tanto al espectador como a los personajes. El margen de error de sus protagonistas es cada vez más limitado. A medida que se acerca el desenlace, todos se enfrentan a verdades sentimentales, profesionales o criminales irrefutables. Los tres asesinos han perdido el control de sus actos. Los que hacen equilibrios con su vida sexual y sentimental están a punto de estrellarse o de liberarse y levantar el vuelo. Y los que desde el principio han asumido su condición de pringados o de antagonistas desagradables tendrán la posibilidad, seguro, de redimirse. En este contexto narrativo premeditadamente asfixiante, se agradecen los golpes de humor, como cuando uno de los secundarios, el ayudante de forense interpretado por David Verdaguer, entra en un bar y, con la intención de tirar los tejos a granel, interpela a dos chicas con la frase: “¿Os han explicado alguna vez cómo se hace una autopsia?” El anacrónico “¿Estudias o trabajas?” ha pasado a la historia y la metodología forense aplicada a un contexto tan poco aséptico como la caza consentida de apetencias sexuales provoca una sonrisa que ayuda a digerir –sorbete de humor negro– la indispensable negrura del argumento. No es la primera vez que TV3 propone nuevas metodologías de apareamiento para la población indígena. Recordemos que en la exitosa Merlí, el profesor de filosofía protagonista triunfaba con el sistema de hablar francés con las diferentes profesoras y madres que intentaba –¡y conseguía!– seducir. Esperemos que estos métodos sólo sean el resultado de especulaciones de guionista y no el reflejo de una realidad científica verificable. Si fuera verdad que hablar de autopsias y en francés facilita el sexo recreativo entre adultos significaría que todos somos mucho más raros de lo que parece. CONTABILIDAD SERIÉFILA. Consumir series provoca alteraciones en la conducta humana. Entre las patologías adosadas a la ficción está la necesidad de contar cosas que, en principio, no fueron creadas para ser cuantificadas. Ejemplo: contar cuántos pobres desgraciados se carga Jack Bauer en 24 o cuántos whiskys bebe Don Draper en Mad men. Por suerte, parece más el pasatiempo de alguien que se distrae entre el final de una serie y el comienzo de otra que un hobby con futuro. ¿Se pueden hacer cosas más interesantes que contar mientras esperas a que se estrene alguna serie interesante? Respuesta: sí, descubrir la extraordinaria Happy Valley (dos temporadas por ahora), un drama policial inglés que merece mucha más atención (y premios) que la que suscita o celebrar que Bosch haya vuelto con una segunda temporada que promete emociones parecidas a las que provocó la primera. ¿Se podría hacer una serie sobre el baile negociador entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez? Probablemente, y si nos atenemos a la palabra más repetida estos días por los expertos, no sería difícil encontrar un título que retrate la mezquindad monumental de la gestualidad que derrochan ambos líderes a la hora de crear expectativas mediáticas fundamentadas en humo: Postureo.
Esperemos que estos métodos de seducción sólo sean el resultado de especulaciones de guionista