La Vanguardia (1ª edición)

Una cita para calibrar su temple

- CARLOS NOVO

LA SOMBRA DE BENÍTEZ El francés tiene presente que su antecesor cavó su tumba por traicionar sus ideas en el clásico

Zinédine Zidane llega a su primer clásico en una situación delicada. La euforia que provocaron en el club sus primeras victorias se ha ido disipando poco a poco, a medida que el equipo ha ido tirando la toalla en la Liga. La visita al Camp Nou le llega, además, en un momento especialme­nte incómodo, a cinco días de jugarse la temporada ante el Wolfsburgo en la Champions, la única competició­n con la que puede salvar una campaña que lleva las trazas de acabar en desastre.

Para Zidane, pese a no jugarse más que el orgullo del club, el clásico del sábado es de suma importanci­a. Aunque le prometiero­n un contrato a largo plazo, a nadie se le escapa que en este Madrid de Florentino Pérez una fea derrota en Barcelona le pondría en una situación muy comprometi­da, convencida parte de la directiva de que el francés todavía está verde para las grandes citas.

El balance hasta ahora de Zidane arroja muchos claroscuro­s. Eliminó al Roma, pero cayó en casa en el derbi en el partido más serio hasta ahora. Su principal aval, el haber recuperado para la causa a una plantilla harta de Rafa Benítez y silbada por el Bernabeu, también se ha ido apagando. Por mucho que lo ha intentado, James e Isco siguen tan fuera de onda como con Benítez.

La paradoja a la que se enfrenta Zidane en el clásico es la misma que fue la tumba de Benítez. ¿Se atreverá a poner al mejor equipo a costa de dejar fuera a alguno de los preferidos del presidente? Todo indica que sí. El tan poco mediático Casemiro parece fijo y la única discrepanc­ia entre el once de la afición y el de Zidane estriba en el lateral derecho, empeñado el técnico en agradar al presidente y amortizar los 31 kilos que costó

PREOCUPA LA DEFENSA Zidane insiste a lo largo de la semana en pedir más contundenc­ia a una defensa que concede mucho al rival

Danilo en lugar de dar carrete a Carvajal.

Lo que pasó con Benítez ayuda a la valentía de Zidane. El madrileño se traicionó en el clásico, puso en acción a un once que le parecía el más acomodatic­io con el palco y sufrió una paliza de órdago que ya no pudo superar.

Zidane, un optimista incorregib­le para los que lo conocen, sólo ha sacado el látigo una vez, tras la agónica victoria en Las Palmas. El equipo reaccionó bien en el partido de Liga siguiente, con una firme victoria ante el Sevilla en el Bernabeu. A favor de Zidane cuenta, además, que dispone de toda la plantilla, pero deberá sopesar dos datos. Juntos Bale, Benzema y Cristiano nunca le ganaron al Barcelona y nunca ganaron los blancos después de una jornada de seleccione­s. En el debe del equipo Zidane está muy preocupado por la fragilidad defensiva exhibida hasta ahora. Cualquier rival le ha hecho al Madrid un buen puñado de oportunida­des. El francés pide a los suyos mayor contundenc­ia a la hora de despejar el balón. No quiere riesgos en su área. Pepe y Ramos son fijos por más que el sevillano puede jugar infiltrado.

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DENIS DOYLE / GETTY

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