Una cita para calibrar su temple
LA SOMBRA DE BENÍTEZ El francés tiene presente que su antecesor cavó su tumba por traicionar sus ideas en el clásico
Zinédine Zidane llega a su primer clásico en una situación delicada. La euforia que provocaron en el club sus primeras victorias se ha ido disipando poco a poco, a medida que el equipo ha ido tirando la toalla en la Liga. La visita al Camp Nou le llega, además, en un momento especialmente incómodo, a cinco días de jugarse la temporada ante el Wolfsburgo en la Champions, la única competición con la que puede salvar una campaña que lleva las trazas de acabar en desastre.
Para Zidane, pese a no jugarse más que el orgullo del club, el clásico del sábado es de suma importancia. Aunque le prometieron un contrato a largo plazo, a nadie se le escapa que en este Madrid de Florentino Pérez una fea derrota en Barcelona le pondría en una situación muy comprometida, convencida parte de la directiva de que el francés todavía está verde para las grandes citas.
El balance hasta ahora de Zidane arroja muchos claroscuros. Eliminó al Roma, pero cayó en casa en el derbi en el partido más serio hasta ahora. Su principal aval, el haber recuperado para la causa a una plantilla harta de Rafa Benítez y silbada por el Bernabeu, también se ha ido apagando. Por mucho que lo ha intentado, James e Isco siguen tan fuera de onda como con Benítez.
La paradoja a la que se enfrenta Zidane en el clásico es la misma que fue la tumba de Benítez. ¿Se atreverá a poner al mejor equipo a costa de dejar fuera a alguno de los preferidos del presidente? Todo indica que sí. El tan poco mediático Casemiro parece fijo y la única discrepancia entre el once de la afición y el de Zidane estriba en el lateral derecho, empeñado el técnico en agradar al presidente y amortizar los 31 kilos que costó
PREOCUPA LA DEFENSA Zidane insiste a lo largo de la semana en pedir más contundencia a una defensa que concede mucho al rival
Danilo en lugar de dar carrete a Carvajal.
Lo que pasó con Benítez ayuda a la valentía de Zidane. El madrileño se traicionó en el clásico, puso en acción a un once que le parecía el más acomodaticio con el palco y sufrió una paliza de órdago que ya no pudo superar.
Zidane, un optimista incorregible para los que lo conocen, sólo ha sacado el látigo una vez, tras la agónica victoria en Las Palmas. El equipo reaccionó bien en el partido de Liga siguiente, con una firme victoria ante el Sevilla en el Bernabeu. A favor de Zidane cuenta, además, que dispone de toda la plantilla, pero deberá sopesar dos datos. Juntos Bale, Benzema y Cristiano nunca le ganaron al Barcelona y nunca ganaron los blancos después de una jornada de selecciones. En el debe del equipo Zidane está muy preocupado por la fragilidad defensiva exhibida hasta ahora. Cualquier rival le ha hecho al Madrid un buen puñado de oportunidades. El francés pide a los suyos mayor contundencia a la hora de despejar el balón. No quiere riesgos en su área. Pepe y Ramos son fijos por más que el sevillano puede jugar infiltrado.