La Vanguardia (1ª edición)

En vela, en vilo y aferrados al móvil

El seísmo sorprende de madrugada a los ecuatorian­os de España, ansiosos por localizar a sus familiares

- FELIP VIVANCO Barcelona

En vela, en vilo y con el teléfono móvil en la mano esperando noticias. A la amplia comunidad ecuatorian­a que vive en España (450.000 personas, muchas con doble nacionalid­ad), el terremoto que sacudió su país la cogió yéndose a la cama. Algunos paisanos se enteraron por la mañana, de camino a misa, o al asado campestre, o al partido de fútbol o de ecuavoley, variante local del voleibol y muy popular en ese país. Otros, que estaban aún despiertos a la hora del seísmo, apenas pudieron pegar ojo en toda la noche, intentando saber del paradero y estado de sus familiares y amigos. Por vía telefónica fue casi imposible: ni por la fija, ni por la móvil. Fue la noche del WhatsApp, del Messenger y, sobre todo, de Facebook. Fueron horas de espera para localizar a seres queridos que en muchos casos estaban desapareci­dos... porque estaban incomunica­dos.

“En las primeras horas de la madrugada todo fue difícil, luego ya fueron llegando más noticias a través de los mensajes en el móvil porque las comunicaci­ones estaban muy complicada­s y las conexiones a internet se cayeron en las zonas más afectadas por el seísmo”, contaba ayer Fabricio Ortega, presidente de la Fenade, la federación que agrupa a las asociacion­es ecuatorian­as en España. “Yo apenas dormí en la madrugada –cuenta Gabriel Caizaguano, presidente de la Asociación de Ecuavoley en España–. Justo estaba chateando con un compañero de Quito y me dice que estaba habiendo un terremoto. Enseguida nos pusimos a intentar localizar a gente a través de Facebook en las zonas

Las asociacion­es de ecuatorian­os en Catalunya se reunieron ayer para coordinar ya el envío de ayuda

más afectadas de Pedernales y Esmeralda”. Caizaguano apenas pudo conciliar el sueño: “Me dormí a las tres de la madrugada y a las cinco y media ya volvía a estar despierto. Estamos dolidos, pero ya nos hemos reunido con el consulado para ver en qué podemos ayudar”. “Nos tocó, la situación es trágica –resume Fabricio Ortega–, pero colaboramo­s en lo que podemos, hemos hecho grupos de WhatsApp para ver cómo estaba la gente. Pasé todo el día preocupado por un cuñado, su mujer y su hijo de dos años que estaban desapareci­dos en Pedernales, pero ya apareciero­n”.

“Hoy (por ayer) estuvimos en el consulado de Barcelona para concretar un comité de ayuda y actos benéficos para recoger fondos”, explicó anoche Anabel Intriago, presidenta de la Asociación de Ecuatorian­os de Catalunya, que precisamen­te es natural de Puerto Viejo, la capital de Manabí. “Me despertó de madrugada un primo que vive en Olot, me dijo que la familia había salido de casa, cercana a la playa, y que temía el tsunami. Estaban bien, pero desde entonces no hemos podido contactar con nadie”.

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Vecinos y agentes de policía observan el colapso de un edificio en la ciudad costeña de Guayaquil, donde hasta ayer habían muerto 41 personas

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