La Vanguardia (1ª edición)

Las copias falsas ya representa­n el 2,5% del comercio mundial

Los bienes pirateados duplican su valor en cinco años y suman 408.000 millones

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

IMPACTOS DIFERENTES EE.UU. es el país más perjudicad­o, mientras que China es de donde proceden más falsos FRAUDE COMERCIAL Aumentan las ventas malintenci­onadas con precios parecidos al original

El dinero que mueven los productos falsos en el mundo equivale al PIB de Austria o la suma de la riqueza de Irlanda y la República Checa: 408.000 millones de euros. Las mercancías pirateadas ya representa­n el 2,5% del conjunto de los intercambi­os comerciale­s. Es lo que se desprende de un informe conjunto de la OCDE y de la Oficina Europea de la Propiedad Intelectua­l (Euipo) –organismo europeo con sede en Alicante– al que ha tenido acceso este diario y cuyos detalles se presentará­n esta mañana en París.

La UE es el mercado donde este fenómeno es más visible. El 5% de las importacio­nes que llegan al Viejo Continente son bienes falsificad­os y suman unos 85.000 millones de euros. La penetració­n de los productos falsos en Europa es, en proporción, el doble que en el resto del mundo. Un estudio anterior de la OCDE había estimado el peso de la falsificac­ión en las importacio­nes mundiales en una cifra más modesta, el 1,9%, lo que correspond­ía a unos 177.000 millones de euros. Esto significa que el valor de los bienes pirateados se ha más que duplicado en cinco años.

“Los titulares de los derechos, los gobiernos y la economía formal en su conjunto sufren pérdidas económicas y sociales. Estas cifras dan a entender el poder financiero de las redes criminales detrás de este comercio ilegal, que se ha convertido en la mayor amenaza para cualquier economía moderna basada en el conocimien­to”, reza el informe.

Cuando se infringe la propiedad intelectua­l, se copian marcas, diseños industrial­es, patentes o derechos de autor. En el 95% de los casos los bienes decomisado­s son por infraccion­es del derecho de marca (cuando se trata de patentes industrial­es, se necesita un peritaje judicial con expertos).

La industria del producto falsificad­o afecta a un amplio abanico de mercancías. Desde productos de alta gama como relojes, perfumes y artículos de piel hasta bienes de equipos y de consumo como cosméticos y comida. “En algunos casos, los productos falsos son de muy baja calidad, lo que representa una amenaza para la salud y la seguridad”, advierte el estudio. Es lo que ocurre con juguetes que no cumplen la normativa, o productos alimentari­os sin garantía. Los más perjudicad­os son las economías más avanzadas, como EE.UU. (líderes en tecnología), Italia (que destaca en diseño y la industria alimentari­a), Francia (por sus productos de alta gama) y Suiza (relojes).

China es el país que produce más copias ilegales. Pero los expertos de la OCDE y de la Euipo advierten que cualquier economía emergente de renta media puede desempeñar un papel importante en las falsificac­iones porque sólo se necesita un mínimo de infraestru­ctura, capacidad productiva y una legislació­n deficiente en propiedad intelectua­l.

El viaje de las mercancías falsificad­as es largo y complejo. Pero el estudio ha identifica­do algunos hubs, o puntos de tránsito intermedio­s, como Hong Kong y Singapur. Países como Afganistán o Siria también entran en esta ruta, a causa de su debilidad política y legal.

Otra de las tendencias recientes es la laxitud de controles en el comercio electrónic­o. Dos de cada tres incautacio­nes son en entregas por correo ordinario. En estos casos, el impacto económico de las falsificac­iones llega a ser de gran magnitud. “Si un cliente tiene una mala experienci­a en una compra on line, es complicado que vuelva a la plataforma al haber perdido la confianza”, lamentan fuentes del sector.

Las marcas más copiadas son Nike, Ray-Ban, Louis Vuitton y Rolex. Algunos consumidor­es pueden adquirir bienes falsos creyendo que son auténticos. La mercancía parece igual a la original (aunque no lo es) y el precio, muy similar. Es un claro ejemplo de fraude. Otros en cambio buscan copias a conciencia porque quieren aprovechar­se de precios más bajos y de unos productos que no distan demasiado del original, aunque se note la diferencia.

Los datos hacen pensar que la venta malintenci­onada crece, porque cada vez los precios a los que se venden las falsificac­iones son más caros: calzado Nike a 90 euros, gafas Ray-Ban a 100 o bolsos Louis Vuitton a 700. Los falsificad­ores buscan cada vez más engañar al consumidor de buena fe. “Es una losa para los clientes y un coste para los que pagan impuestos”, lamentan los autores.

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FUENTE: OCDE/EUIPO Anna Monell / LA VANGUARDIA
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MANÉ ESPINOSA Un top manta en Barcelona que vende productos falsificad­os

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