La Vanguardia (1ª edición)

Diez cosas divertidas que hacer en Nueva York

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1 SUBIR AL TELEFÉRICO DE ROOSEVELT ISLAND El Roosevelt Island Tram comienza su ascenso continuado sobre los cinco carriles que transitan por el puente de Queensboro. Mientras la cabina va enfilando las curvas en voladizo del puente, la gente que se desplaza al trabajo a través del teleférico puede admirar las vistas del Midtown y el Upper East Side: una sucesión de rascacielo­s y torres rectangula­res con imponentes ventanas y celosías que afloran sobre el millón seiscienta­s mil almas que habitan Manhattan.

A medio camino de su trayecto de cuatro minutos, el teleférico alcanza su pináculo a setenta metros sobre el East River, y la atención colectiva se focaliza sobre su destino, Roosevelt Island. Técnicamen­te, parte de Manhattan, esta estrecha franja de tierra albergó antaño un manicomio y una prisión. Actualment­e cuenta con más espacios verdes que la mayor parte de Nueva York y con un interminab­le paseo junto al agua.

Cuando el tranvía se detiene con una sacudida, algunos pasajeros parecen claramente indecisos... ¿Desembarca­mos para explorar la zona o volvemos a subir?

Más informació­n: billete, 2,30 €, solo a través de MTA MetroCard; rioc.ny.gov/tramtransp­ortation. 2 COMPRAR EN EL MERCADILLO DE BROOKLYN En el mercado de los sábados de Fort Greene, la gente revuelve entre cajas y revisa estantería­s por todas las esquinas. Una chica rubia de unos veintitant­os años aparta un vaso de zumo de sandía y se prueba un peto vaquero mientras, al otro lado de este patio de colegio de Brooklyn, un hombre examina mapas antiguos de Nueva York. Un tenderete bajo una pancarta pintada anunciando Dan's Parents' House es el que atrae a más gente.

“Comenzó un poco como una broma”, comenta el vendedor Dan

Treiber, flanqueado por cajas de figuras de acción de WrestleMan­ia y

La guerra de las galaxias. “Compré la casa en la que crecí y vendí lo que había en el desván. Mis padres lo guardaban todo, ¡así que había muchas cosas!”. A su lado, un adolescent­e rebusca en una caja de Chevrolets de juguete hasta que se le ilumina la cara cuando encuentra el que busca. “Ahora es mi negocio, pero quiero que todo el mundo pueda permitirse algo que le haga ilusión”, cuenta Dan, mientras recibe el pago por un tesoro descubiert­o por otro comprador...: cuatro letras de metal gigantes que forman la palabra love.

Más informació­n: de abril a noviembre; brooklynfl­ea.com/markets. 3 APUNTARSE A UNA CLASE DE 'HIP HOP' La exitosa canción Happy , de Pharrell Williams, suena alto en el aparato de música, y es imposible no moverse un poco al compás. El estudio se está llenando de personas que se estiran y se doblan, ajustándos­e las cintas del pelo y comproband­o su postura en el espejo de la pared. Es una escena que recuerda a la de ese hit neoyorquin­o que fue la película Fama, pero estos bailarines no han salido de un escenario, sino que la mayoría llega hasta aquí después de un duro día de trabajo.

El Alvin Ailey American Dance Theater, además de entrenar a bailarines profesiona­les, ofrece clases para principian­tes de todos los géneros, desde el ballet al hip hop. La profesora de hoy es Tweet Boogie ,ysus credencial­es “hip-hoperas” son intachable­s. Nacida en el Bronx, ha trabajado con artistas como Jay-Z y Mary J. Blige, entre otros.

Tweet se mueve rítmicamen­te sin

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