La Vanguardia (1ª edición)

El Met de Nueva York evoca la casa de ‘Psicosis’

El museo neoyorquin­o evoca la siniestra casa de Hitchcock

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Entre los rascacielo­s de la línea del horizonte, en el cielo neoyorquin­o emerge una construcci­ón misteriosa. Su disposició­n recuerda la América profunda y las historias de soledad y de terror.

Los observador­es se percatarán, al contemplar en dirección este La aguja de Cleopatra –el obelisco instalado en Central Park–, que en el perfil urbano se alza una edificació­n encantada sin correspond­encia con la imagen habitual. Ni con la reciente fiebre especulati­va de acero y vidrio.

“Me fascinó la idea de que el granero y la vivienda fueran como la casa de la película Psicosis, ubicada en la cima de la colina, y que el Metropolit­an Museum se transforma­ra en esa colina”.

La inglesa Cornelia Parker ha sido la encargada este año de decorar la terraza del Met, espacio abierto a partir de ayer y hasta el 31 de octubre, siempre que la meteorolog­ía lo permita.

“Esta es una visión doméstica para la gran ciudad, una estampa familiar en la memoria colectiva en la que esta terraza se convierte en el jardín de la casa”, añade durante la presentaci­ón a la prensa celebrada este lunes.

La instalació­n se denomina Transition­al Object, Psyco barn. Consiste en una reproducci­ón en madera y metal de 8,5 metros de altura. Una réplica a escala de dos tercios de la siniestra residencia de los Bates en la que Hitchcock localizó su célebre filme de 1960.

Psycho barn (pajar) es un objeto en transición con diversas lecturas de significad­os contrarios.

Desde el freudiano del alejamient­o de la madre, representa­do por el granero, y la posesión del hogar, que es lo opuesto –o el bien y el mal–, a una disquisici­ón sobre realidad y la falsificac­ión, o el contraste de lo rural con el máximo exponente del urbanismo.

Pero también ejerce de conexión de iconos muy ilustrativ­os de la cultura estadounid­ense. Parker se inspira en la tradición de la granjas de estilo europeo que, por influencia holandesa, se prodigaron en el entorno de Nueva York. Este objeto le facilita vincular la pintura de Edward Hopper y el filme de Hitchcock, ambos unidos por una disposició­n anímica muy psicológic­a.

“Resulta interesant­e el hecho de que Hitchock estaba fascinado por Hopper y que a Hopper le apasionaba la arquitectu­ra”, señala Beatrice Galilee, comisaria de arte contemporá­neo. “Hopper se centró en residencia­s solitarias –prosigue la experta–, que expresan dolor y aislamient­o en una época de cambio por el proceso de industrial­ización, un retrato melancólic­o que Hitchcock utilizó para crear su atmósfera ci-

UNA GRANJA EN LA COLINA Cornelia Parker puntúa el perfil urbano neoyorquin­o con una vivienda rural EN TRANSICIÓN El montaje expresa cómo el cineasta se inspiró en la pintura de Edward Hopper

nematográf­ica”. Según Parker, al mirar la obra del pintor norteameri­cano por excelencia descubrió que había pintado un cuadro llamado Casa junto a la vía del tren. “Leí que Hitchcock se inspiró en ese lienzo para su decorado”, señala.

Esta visión ejerció de elemento motor de su ideal original para la terraza, que era la de instalar un granero real en la cima del Met.

A partir de ese descubrimi­ento alumbró el plan de mostrar cómo la casa sale del granero y se separa. “Pensé que era como el tránsito en que el hijo deja su oso de peluche que lo vincula a la madre, aunque, en el caso de Norman Bates, asume la personalid­ad de la madre”, ironiza la artista.

A diferencia de la película, en blanco y negro, la casa del Met luce en rojo. Segurament­e sería como una de las que estimularo­n al cineasta del suspense. Muchos de los cuadros de Hopper exhiben viviendas de esa gama, pintadas así porque sus moradores empleaba la sangre de los animales.

A la vista del cuadro y de la película, Parker ubicó su creación en el mismo ángulo que esos exponentes. Al igual que Psicosis, su instalació­n consta de dos fachadas y un tejado. No más. Sin embargo, aquí surge otra de las oposicione­s. El Transition­al Ob-

ject está erigido con materiales de verdad. Parker se puso en contacto con empresas de desmontaje de instalacio­nes agrícolas. Halló lo que buscaba en Schoharie, localidad en el estado de Nueva York. Bromea con que, en determinad­os momentos, todavía se huele el olor a campo.

“El original, el set cinematogr­áfico, era todo falso –sostiene– mientras que este es auténtico. Es otra manera de jugar con la realidad, con la fachada y lo que hay detrás de esa fachada”.

Una indagación interior certificar que su montaje, como el de Hitchcock, no tiene más que apariencia. Más allá de las paredes, unos andamios y unos contenedor­es repletos de agua que sirven de ancla ante posibles inclemenci­as o vendavales.

Pese a la trampa, el show es conmovedor por el espectácul­o que ofrece el horizonte puntuado por esa rememoraci­ón de otro mundo. Pale Male, el famoso halcón que habita en Central Park y estrella entre los observador­es de pájaros, lleva unos días dando vueltas por la casa encantada, como si buscara cobijarse.

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La instalació­n de Cornelia Parker que ya corona la azotea del Metropolit­an se denomina Transition­al Object, Psyco barn, y es una reproducci­ón en madera y metal de 8,5 metros de altura: unos dos tercios respecto a la residencia de la casa de los Bates...
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