Rousseff advierte que el proceso del ‘impeachment’ desestabiliza Brasil
El presidente del Senado retrasa la votación en la Cámara a mediados de mayo
Dilma Rousseff no tira la toalla y pasa a la acción, dispuesta a demostrar que sigue siendo la presidenta de Brasil a pesar de la espada de Damocles de su probable destitución. Si el lunes, al día siguiente de que el Congreso diera luz verde al impeachment, la mandataria desafió a la oposición en una rueda de prensa con medios locales, ayer reiteró ante los periodistas extranjeros su apuesta por no dar la batalla por perdida. Por lo menos, la batalla de la comunicación.
La principal preocupación de la comunidad internacional ante la crisis brasileña es quizás el desarrollo de los Juegos Olímpicos que deben celebrarse en Río de Janeiro el próximo agosto. Rousseff, a pesar de que no podrá presidir las olimpiadas si es destituida, trató de enviar un mensaje de tranquilidad y normalidad al decir que la ciudad carioca organizará “los mejores Juegos del mundo”. “Hemos trabajado mucho; están listas las infraestructuras, los estadios, la seguridad”, indicó Rousseff.
No obstante, muchas de las obras olímpicas están bajo sospecha de haberse construido gracias al pago de comisiones ilegales, según la investigación por el escándalo de corrupción de Petrobras que, sin embargo, no es el motivo para el juicio político a Rousseff aunque sus opositores hayan instalado esa imagen.
En realidad, la presidenta está acusada de maquillar las cuentas públicas del 2014 mediante los llamados “pedaleos fiscales”. Esta denuncia es la que deberá juzgar el Senado si la Cámara alta ratifica en mayo la decisión de abrir el impeachment tomada por la Cámara de Diputados el domingo.
En este sentido, Rousseff recibió ayer un poco de oxígeno, después de que el presidente del Senado, el opositor Renan Calheiros anunciara que la comisión de 21 senadores que estudiará el trámite remitido por el Congreso comenzará a reunirse el 26 de abril, y no ayer como estaba previsto. Este gesto retrasaría al 17 de mayo la votación en el pleno del Senado y la eventual separación temporal del cargo de la mandataria.
Pero a pesar de tranquilizar al mundo sobre los juegos de Río, Rousseff también advirtió que el impeachment desestabilizará Brasil. “Tenemos que entender que ese proceso no va a traer estabilidad política al país porque rompe la base de la democracia”, dijo la presidenta, antes de reiterar: “Se trata de un golpe”.
Ante los corresponsales, convocados en el palacio de Planalto de Brasilia, la líder brasileña volvió a cargar contra la oposición y sostuvo que la animadversión hacia ella responde también a cuestiones machistas. “Esto no pasaría si el presidente fuera un hombre”, manifestó Rousseff, que denunció “varios tipos de violencia”. Citando artículos de la prensa local, la mandataria se mostró como una víctima de la violencia de género. “Han dicho que estoy nerviosa, histérica, desequilibrada e incluso han insinuado que soy autista”, dijo. “No soy de desesperarme, tengo capacidad de lucha, soporté la dictadura y la tortura, pero lamento profundamente el alto grado de prejuicios contra las mujeres”, agregó.
Rousseff también se refirió a uno de los episodios más repudiables que se vieron el domingo en el lamentable espectáculo ofrecido por la mayoría de diputados durante la crucial votación. “Es terrible ver a alguien votando en homenaje al mayor torturador que tuvo este país”, declaró la mandataria, que fue guerrillera durante la dictadura (1964-1985).
La presidenta aludía a las palabras del exmilitar y diputado ultraderechista Jair Bolsonaro, que dedicó su voto a favor del impeachment al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra. Fallecido el año pasado tras ser condenado por delitos de lesa humanidad, Ustra dirigió el mayor centro de torturas y detención de la dictadura, donde se estima que murió medio centenar de presos y por donde pasó la propia Rousseff.
“Me pareció lamentable; yo de hecho, estuve presa en los años setenta; de hecho, conocí a ese señor al cual Bolsonaro se refiere: es uno de los mayores torturadores de Brasil”, exclamó Rousseff.
Mientras el expresidente Lula y otros dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT) son pesimistas respecto a la votación del Senado –que según todos los sondeos perderá la presidenta–, el vicepresidente conservador, Michel Temer, preparado para sustituir a Rousseff, guardó ayer silencio después de las críticas por “traidor” y “conspirador” vertidas desde el gobierno. “Voy a esperar la decisión del Senado de forma muy silenciosa y respetuosa”, declaró Temer.
La mandataria tacha de “lamentable” el gesto del diputado que dedicó el voto a su torturador