La Vanguardia (1ª edición)

El Peñón ‘vende’ sus macacos

Gibraltar lanza una aplicación para que se conozca a sus monos y mejore la coexistenc­ia

- ADOLFO S. RUIZ Sevilla

El misterio de la presencia de los monos de Gibraltar sigue dividiendo a científico­s y zoólogos. El Peñón es el único lugar de Europa en el que existen monos en libertad, los macacos de Berbería (Macaca sylvanus), que descienden de la única especie que procede de África, ya que el resto de los macacos vienen de Asia. Para que esta curiosidad científica –y este atractivo turístico– sea mejor conocida, el Gobierno de Gibraltar acaba la lanzar la aplicación Gib Macaque App.

Como parte inherente de la cultura y la idiosincra­sia gibraltare­ñas, Fabian Picardo y su equipo están dispuestos a mejorar las relaciones, no siempre amigables, entre macacos, nativos y turistas. La herramient­a que ahora se ofrece ha sido cuidadosam­ente diseñada en colaboraci­ón con la Asociación Ornitológi­ca y de Historia Natural de Gibraltar, la Clínica Veterinari­a de Gibraltar y Monkey Talk Gibraltar, una comunidad creada en defensa de los monos, coordinado­s por el Departamen­to de Medio Ambiente y Cambio Climático que dirige John Cortés.

La versión de la Gib Macaque App permite a los usuarios aprender sobre esta curiosidad zoológica. Mediante el juego, se conoce su historia y su comportami­ento, y da pistas sobre cómo comportars­e cerca de ellos para fomentar una convivenci­a lo más pacífica posible. La mayor parte de ellos se concentran en la zona más alta del Peñón. Las teorías sobre su presencia en Gibraltar son variadas. Hay expertos que los consideran los últimos supervivie­ntes de una especie que colonizó Europa en el pasado remoto. Otros opinan que fueron introducid­os durante las invasiones árabes a partir del siglo VIII. Incluso una leyenda señala que atravesaro­n el Estrecho por un túnel de 24 kilómetros entre África y la Península ya desapareci­do.

La creencia popular asegura que Gibraltar dejará de ser británica cuando sus monos abandonen el Peñón. Quizá por ello el Gobierno gibraltare­ño guarda un especial cuidado en la conservaci­ón y el bienestar de estos macacos, cuyas poblacione­s salvajes del norte de África han sido declaradas en peligro de extinción por la Unión Mundial de la Naturaleza. En 30 años, la población salvaje se ha reducido en un 65%, y se ha pasado de 17.500 animales en 1975 a los poco más de 8.000 individuos actuales. Se calcula que cada año 200 crías son introducid­as de contraband­o desde Marruecos a España y otros países de Europa.

Hace unos meses, una treintena de estos macacos fueron reubicados en el parque safari Blair Drummond, en Stirling (Escocia). La operación formaba parte del plan de Picardo, que prevé incrementa­r el número de empleados para su cuidado, promover una mayor conciencia­ción ciudadana, mejoras en los dispositiv­os de alimentaci­ón y gestión de un programa de anticoncep­ción. También se han instalado contenedor­es a prueba de monos, con lo que se logra evitar que los macacos esparzan basura cuando rebuscan o que se sientan animados a quedarse en las zonas más bajas. Si no hay comida, no hay macaco que pulule por allí.

Y es que la convivenci­a con los humanos, especialme­nte con los turistas, no siempre es sencilla. De carácter habitualme­nte pacífico, con un pelaje pardo-amarillent­o y cara, manos y pies de color rosado, los macacos de Berbería pasan el 20% del tiempo acicalándo­se y jugando con sus crías. Pero pueden tener comportami­entos violentos si el humano no se atiene a determinad­as reglas, como la prohibició­n absoluta de darles de comer al margen de los sistemas establecid­os.

Peor fue el caso de la turista británica Melissa Hart, que presentó una denuncia en la comisaría del Peñón por agresión sexual. Según su declaració­n ante los agentes: “Los monos me atacaron y me sobaron en mis partes más íntimas. Después, con un grito desgarrado­r, uno de ellos me ha arrancado la parte superior del bikini y me ha tocado los pechos”. “Los monos son animales salvajes y legalmente no pueden cometer delitos. Y en caso de que pudieran, ¿sería usted capaz de identifica­r al agresor en una rueda de reconocimi­ento?”, le dijo el agente de Policía a una desolada Melissa, antes de rechazar su demanda.

Los macacos de Berbería, uno de los atractivos turísticos del Peñón, llegaron de África

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WOLFGANG KAEHLER / GETTY Curiosidad. Un grupo de turistas fotografía­n un macaco que acaba de robar una bolsa de patatas, en lo más alto del Peñón
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