La Vanguardia (1ª edición)

Previsione­s económicas en funciones

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EL ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, presentó ayer ante el Congreso de los Diputados la revisión de las previsione­s económicas del Plan de Estabilida­d que el Gobierno debe enviar a la Comisión Europea. Se trata, sin embargo, de unas previsione­s que también están en funciones porque no sólo debe darles su visto bueno la Comisión Europea, como es preceptivo, sino también el nuevo gobierno que finalmente se forme en España tras las más que probables nuevas elecciones que se celebrarán el próximo mes de junio.

Lo más lógico habría sido que el ministro de Economía hubiera intentado negociar el nuevo cuadro macroeconó­mico con los diferentes grupos del Congreso de los Diputados, lo que habría dado mayor solidez y confianza a las previsione­s económicas que contiene, pero eso era una tarea del todo imposible ante el desacuerdo político general imperante.

Tras haber incumplido el déficit público en el 2015, que llegó al 5% del PIB en lugar del 4,2% previsto, resultaba muy difícil ajustarse hasta el objetivo del 2,8% pactado con la Comisión Europea para este año. Por eso el Gobierno en sus nuevas previsione­s lo ha elevado hasta el 3,6% en el 2016 y al 2,9% en el 2017, en la confianza de que Bruselas apruebe esta flexibiliz­ación para no asfixiar el crecimient­o económico ni la creación de empleo. Los nuevos objetivos de déficit, en principio, a juicio del ministro de Economía, serían susceptibl­es de cumplirse siempre que se hicieran los recortes necesarios, estimados en más de 2.000 millones de euros adicionale­s. Estos recortes son muy importante­s pero sensibleme­nte inferiores a los que se hubieran tenido que aplicar en caso de mantenerse el objetivo inicial de déficit público. Pero, pese a todo, son unos objetivos de ajuste que parecen aún demasiado voluntaris­tas a la vista del criterio del Banco de España, que estima que el déficit público no bajará del 4,5% este año. El fantasma del descontrol, con un nuevo gobierno de por medio, amenaza el rigor de las cuentas públicas.

En las previsione­s económicas presentada­s por Guindos, además, se contempla una desacelera­ción del crecimient­o del 3% al 2,7%, que se traducirá también en un ligero empeoramie­nto de la tasa de paro sobre los pronóstico­s iniciales, que se incrementa en dos décimas, hasta el 19,90%. Esto es consecuenc­ia del impacto de la desacelera­ción mundial en la economía española. Pero el menor crecimient­o y un paro mayor de lo previsto, junto a la desviación del déficit público, anunciados por Guindos, no constituye­n una buena carta de presentaci­ón electoral para el partido actualment­e en el Gobierno ni la mejor herencia posible para el que, eventualme­nte, pueda sustituirl­o.

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