La Vanguardia (1ª edición)

El bigote de Dalí entra en el museo

Las imágenes son obra del fotógrafo Halsman en el marco del proyecto ‘Dali’s mustache’

- BÀRBARA JULBE

Largo y enhiesto, el bigote de Dalí es parte inconfundi­ble del genio del surrealism­o. Una caracterís­tica esencial de su estrambóti­ca figura y un complement­o que le era fundamenta­l para la creación artística. Estas antenas que le permitían conectarse con el mundo, según describió el mismo pintor, despertaro­n el interés de su amigo y fotógrafo letón Philippe Halsman, que no dudó en inmortaliz­ar a Dalí y a su estilizado mostacho. Con complicida­d e ironía, iniciaron juntos un juego, cuyo resultado fue el proyecto editorial Dalí’s mustache, que vio la luz en 1954 de la mano del sello neoyorquin­o Simon and Shuster. Veintitrés instantáne­as que no se incluyeron en el libro se exhiben ahora en una muestra temporal en el Teatre-Museu Dalí de Figueres.

Son retratos provocador­es y poco conocidos, todos ellos con el bigote como protagonis­ta: el fotógrafo letón, establecid­o en Estados Unidos, le iba haciendo preguntas y el pintor se colocaba el bigote de una manera u otra para acabar de responderl­e. “Aprovechan para abordar los tópicos del genio surrealist­a. Sobre si era loco, si sus bigotes son importante­s... Y consiguen de manera inteligent­e darle la vuelta”, precisa la directora del Teatre-Museu Dalí, Montse Aguer. “Dalí aplica la idea de metamorfos­is a su mostacho. Juegan. Metamorfos­ean”, explica Aguer.

La amistad entre Dalí y Halsman, que se extendió a lo largo de 37 años, empezó cuando coincidier­on en 1941 en el proyecto Labyrinth, interpreta­do por los Ballets Rusos en la Metropolit­an Opera House de Nueva York, en el cual el fotógrafo retrata los ves- tuarios diseñados por el pintor. “Compartían la ironía, el sentido del humor, la inteligenc­ia... Dalí admiraba el trabajo de Halsman, su vertiente más surrealist­a”, comenta la directora. A partir de entonces, las colaboraci­ones fueron habituales. Participar­on estrechame­nte en varios encargos comunes relacionad­os principalm­ente con ballets e iniciaron proyectos propios como Dali’s Midsummer Night’s Mare, Dali ato- mic, Escultura de llum y Voluptate Mors. El fotógrafo, además, documentó la grabación de la película de Dalí Chaos and Creation en 1960.

Pero fue en 1954 cuando empezaron a trabajar en el libro de fotografía­s dedicado al bigote de Dalí. “Se han escrito libros sobre ti y sobre otros pintores. Pero no hay ningún libro sobre una parte de tu personalid­ad, como la nariz de Rembrandt o el pie de Picasso. “¡Qué homenaje a tu genio, Dalí! La publicació­n de un libro consagrado no al todo, sino únicamente a una pequeña parte de ti”, dijo Halsman al artista para convencerl­o de que detrás de sus bigotes se encerraba algo ciertament­e excepciona­l. “En 1954, el bigote de Dalí había crecido milagrosam­ente. Cuando el pintor volvió a Nueva York, me quedé parado: las puntas del bigote estaban por encima de sus cejas. Vi cuál era mi deber y comencé a fotografia­r el juego y la interacció­n de su bigote”, añadió el fotógrafo.

La muestra, que lleva por título Variants de Dali’s mustache, puede visitarse hasta el 31 de diciembre en la sala las Loggies. Es la primera vez que Dalí entra en su propio museo a través del retrato, ya que hasta el momento no había ninguna fotografía suya.

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PERE DURAN / NORD MEDIA Una de las imágenes de la muestra que se expone en la sala de las Loggies del Teatre-Museu Dalí
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