El bigote de Dalí entra en el museo
Las imágenes son obra del fotógrafo Halsman en el marco del proyecto ‘Dali’s mustache’
Largo y enhiesto, el bigote de Dalí es parte inconfundible del genio del surrealismo. Una característica esencial de su estrambótica figura y un complemento que le era fundamental para la creación artística. Estas antenas que le permitían conectarse con el mundo, según describió el mismo pintor, despertaron el interés de su amigo y fotógrafo letón Philippe Halsman, que no dudó en inmortalizar a Dalí y a su estilizado mostacho. Con complicidad e ironía, iniciaron juntos un juego, cuyo resultado fue el proyecto editorial Dalí’s mustache, que vio la luz en 1954 de la mano del sello neoyorquino Simon and Shuster. Veintitrés instantáneas que no se incluyeron en el libro se exhiben ahora en una muestra temporal en el Teatre-Museu Dalí de Figueres.
Son retratos provocadores y poco conocidos, todos ellos con el bigote como protagonista: el fotógrafo letón, establecido en Estados Unidos, le iba haciendo preguntas y el pintor se colocaba el bigote de una manera u otra para acabar de responderle. “Aprovechan para abordar los tópicos del genio surrealista. Sobre si era loco, si sus bigotes son importantes... Y consiguen de manera inteligente darle la vuelta”, precisa la directora del Teatre-Museu Dalí, Montse Aguer. “Dalí aplica la idea de metamorfosis a su mostacho. Juegan. Metamorfosean”, explica Aguer.
La amistad entre Dalí y Halsman, que se extendió a lo largo de 37 años, empezó cuando coincidieron en 1941 en el proyecto Labyrinth, interpretado por los Ballets Rusos en la Metropolitan Opera House de Nueva York, en el cual el fotógrafo retrata los ves- tuarios diseñados por el pintor. “Compartían la ironía, el sentido del humor, la inteligencia... Dalí admiraba el trabajo de Halsman, su vertiente más surrealista”, comenta la directora. A partir de entonces, las colaboraciones fueron habituales. Participaron estrechamente en varios encargos comunes relacionados principalmente con ballets e iniciaron proyectos propios como Dali’s Midsummer Night’s Mare, Dali ato- mic, Escultura de llum y Voluptate Mors. El fotógrafo, además, documentó la grabación de la película de Dalí Chaos and Creation en 1960.
Pero fue en 1954 cuando empezaron a trabajar en el libro de fotografías dedicado al bigote de Dalí. “Se han escrito libros sobre ti y sobre otros pintores. Pero no hay ningún libro sobre una parte de tu personalidad, como la nariz de Rembrandt o el pie de Picasso. “¡Qué homenaje a tu genio, Dalí! La publicación de un libro consagrado no al todo, sino únicamente a una pequeña parte de ti”, dijo Halsman al artista para convencerlo de que detrás de sus bigotes se encerraba algo ciertamente excepcional. “En 1954, el bigote de Dalí había crecido milagrosamente. Cuando el pintor volvió a Nueva York, me quedé parado: las puntas del bigote estaban por encima de sus cejas. Vi cuál era mi deber y comencé a fotografiar el juego y la interacción de su bigote”, añadió el fotógrafo.
La muestra, que lleva por título Variants de Dali’s mustache, puede visitarse hasta el 31 de diciembre en la sala las Loggies. Es la primera vez que Dalí entra en su propio museo a través del retrato, ya que hasta el momento no había ninguna fotografía suya.