La Vanguardia (1ª edición)

La dureza de saber estar

- Albert Gimeno

El Barça ha dilapidado parte del crédito que ha amasado durante la temporada en quince días dramáticos. Tres derrotas en la Liga, eliminació­n de la Champions, y, pese a eso, hay que seguir creyendo en este proyecto y en este equipo. Es casi inexplicab­le ofrecer una versión coherente a lo que ocurre. Nadie cree que estos jugadores se pasen el compromiso por el forro de las entretelas. Dan más la sensación de no poder que de no querer, que sufren un cierto agotamient­o físico y mental que les ha impedido ganar incluso el único día de los últimos partidos que han jugado bien. Pese a todo, mantienen el crédito. La afición, tan dada a quemar las naves cuando algo no va bien, tiene que seguir apostando por ese grupo pero, en cualquier caso, el apoyo y la confianza no tiene que esconder debajo de la alfombra las causas que han culminado en este bajón ni tampoco el talante exhibido por algunos de sus protagonis­tas.

Si al final la planificac­ión de la temporada, o el exceso de partidos que sufre el club que gana un triplete, o la imposibili­dad de cambiar a los tres tenores de la delantera, so pena de que arda Troya, acaba mutilando el proyecto del año será un martirio que tendremos que analizar para evitar sucumbir en el mismo problema. Y eso que el gatillazo sería todavía más doloroso que el que sufrimos la temporada 81-82 cuando Lattek entrenaba a un Barça al que se le escurrió una Liga que a seis jornadas del final estaba ganada.

Lo que no es admisible son determinad­as actitudes. No me atrevo a concretar el nivel de responsabi­lidad de Luis Enrique sobre los problemas del equipo. Me gusta que

Yo confío en el Barça, pese al batacazo, pero detesto las salidas de tono de algunos de sus protagonis­tas

tenga carácter y que se erija en pararrayos del grupo, pero detesto esas salidas ásperas de tono con la prensa, que en ocasiones lindan con la mala educación. ¿Para qué le falta al respeto a un periodista que se apellida Malo? ¿Por qué trata de justificar su actitud con un si no os gusta mi estilo, me importa un bledo? Creo que Luis Enrique es un profesiona­l honesto al que le toca lidiar con las varas de medir de muchos egos y vanidades pero es el entrenador del Barça y, ante ello, hay que saber comportars­e. Carácter y retranca, toda la del mundo, pero no se puede ser un zafio. Siguiente ejemplo. El universo Alves. Lo del vídeo de la peluca es desafortun­ado y además llueve sobre mojado en un jugador que ya ha tenido antecedent­es de no acatar la opinión del público. El día que te eliminan no hay bromas que valgan. Y si alguien no lo entiende, que se vaya a otro club. El Barça tiene en la pista a muchos egos. Sabemos que no es fácil que la orquesta esté siempre afinada. Pero hay que exigirlo.

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