Segundo piso en Barcelona
Los impuestos, la concentración de la población en grandes ciudades, y las líneas aéreas low cost están cambiando el mundo. O al menos Barcelona. Porque han creado un nuevo tipo de inversor inmobiliario, que ya no quiere como segunda residencia una casa en la costa con piscina, sino un piso en Barcelona, una ciudad mediterránea con buen clima, muchas opciones de ocio, precios inmobiliarios asequibles y a menos de dos horas de avión. “Muchos de los extranjeros que nos compran viviendas quieren jubilarse en Barcelona” señala Alexander Vaughan, socio fundador de Lucas Fox. “Son life style investors, que no compran sólo por precio o por buscar una rentabilidad”, un perfil que se da en ciudades como Londres, donde el aluvión de inversores internacionales ha creado áreas de precios astronómicos, que han sido abandonadas por la población local y están llenas de pisos vacíos. Estos inversores, en su mayoría “urbanitas” acostumbrados a los servicios y los equipamientos de las grandes ciudades, huyen también de los impuestos a las segundas residencias que han establecido países como Gran Bretaña o Francia. Son turistas que realizan un elevado nivel de gasto cuando hacen una escapada a la ciudad. Pero crean más presión en el mercado de viviendas turísticas: quieren poder alquilar su piso las semanas que no van a disfrutarlo, y está dispuestos a pagar más por los pisos con una licencia que se lo permita.
Inversores de estilo de vida buscan segunda residencia urbana