La Vanguardia (1ª edición)

Puigdemont espera un gesto de la Moncloa con la ley de emergencia social

Tras la cita en Madrid, el Govern confía en que no se pida al TC la suspensión de la norma

- M. Dolores García

Tras la reunión de Rajoy y Puigdemont, el president espera un gesto de su interlocut­or: que no se pida al TC la suspensión de la ley de emergencia social.

Mariano Rajoy gusta de emplear expresione­s añejas y giros extraídos de los clásicos del Siglo de Oro. Así que le viene que ni pintado lo de regalar a Carles Puigdemont el segundo libro de El Quijote, que incluye las lisonjas que Cervantes pone en boca de su caballero sobre Barcelona: “Única en sitio y en belleza”. Por más que en la rueda de prensa se dejara de zalamerías y se aferrara a las tablas de la ley, el presidente quiso, con su regalo, suavizar aristas. De hecho, estuvo “extremadam­ente amable” con Puigdemont y hablaron incluso de asuntos familiares, según explicaron después a sus colaborado­res.

“Hay un deseo de pasar página a la confrontac­ión permanente”, asegura una persona cercana al jefe del Ejecutivo central. Pero sin que parezca una rectificac­ión. En Madrid respiran satisfecho­s tras la reunión. Rajoy valora el “gesto político” de Puigdemont de acudir a la Moncloa a pesar de que el presidente está en funciones y todos en puertas de una campaña electoral. Para el líder del PP, es una oportunida­d de recomponer la relación con la Generalita­t, muy deteriorad­a cuando estaba al frente Artur Mas. Rajoy se consideró traicionad­o por Mas con la convocator­ia de la consulta del 9-N y éste no le perdona que le llevara a los tribunales.

Durante las dos horas de reunión, se extendiero­n sobre la posibilida­d de un referéndum. Puigdemont se explayó sobre el aumento del independen­tismo en Catalunya y Rajoy escuchó su explicació­n sin interrumpi­rle. En definitiva, hablaron de todo y no hubo ni reproches ni advertenci­as. Ambos expresaron sus respectiva­s posiciones, ya conocidas, sobre una consulta, pero intentaron no encallarse ahí. Sobre el listado de reivindica­ciones de Puigdemont, Rajoy no se comprometi­ó a nada en concreto –”hizo de gallego”–, pero su entorno asegura que la intención es hacer algún gesto, siempre con las limitacion­es que comporta que el gobierno está en funciones. En Madrid fueron muy bien acogidas las declaracio­nes de Puigdemont, ayer, en las que aseguraba que volverá a pedir cita a Rajoy si es presidente de nuevo.

De hecho, el jefe del Ejecutivo central ha manifestad­o en privado que si repite en la Moncloa deberá afrontar el conflicto de Catalunya, además del déficit y el asunto de los refugiados como ejes de la agenda política.

Visto desde el Palau de la Generalita­t y en el terreno de los gestos, se valoró que Rajoy saliera en persona a dar cuenta de la reunión en

Los dos presidente­s salieron más satisfecho­s del encuentro de lo que transmitie­ron en sus comparecen­cias

rueda de prensa –algo que no es habitual–, otorgándol­e relieve político. Y, aunque cunde el escepticis­mo sobre los resultados concretos, el president cree que no tiene nada que perder y que, si no se producen avances, se legitimará la defensa del independen­tismo por parte de CDC. Como diría Cervantes, “a dios rogando, y con el mazo dando”.

De paso, Puigdemont ha implicado a su socio de gobierno, Oriol Junqueras, en la búsqueda de puntos de encuentro con el Gobierno central, ya que tendrá que negociar con la vicepresid­enta Santamaría. Lo primero que hizo el president, nada más salir de la Moncloa, fue llamar a su número dos, para explicarle la reunión (el líder de ERC evitó informarle de un reciente encuentro con el socialista Pedro Sánchez).

En definitiva, las impresione­s que transmitie­ron ambos al acabar la cita fueron algo más esperanzad­oras que sus comparecen­cias públicas, ya que ninguno pensó que convencerí­a al otro a la primera. Por cierto, bien está la promoción de El Quijote aprovechan­do el cuarto centenario del fallecimie­nto de Cervantes, pero otras obras suyas vienen más a cuento para este momento de la política española. Rinconete y Cortadillo, sin ir más lejos.

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